Catalina y el misterio de la luna



Catalina era una niña muy inquieta. Por las noches, cuando todos en su casa dormían, Catalina se escapaba a su jardín para mirar la luna y juntar flores.

Le encantaba el brillo plateado de la luna y el suave aroma de las flores nocturnas. Una noche, mientras Catalina recogía algunas flores, vio a un pequeño búho posado en una rama cercana. - ¡Hola, búho! - saludó Catalina.

- ¡Hola, niña curiosa! ¿Qué te trae por aquí tan tarde? - preguntó el búho con curiosidad. - Me gusta mirar la luna y juntar flores. ¿Y tú, qué haces despierto a esta hora? - respondió Catalina. - Yo estoy aquí para revelarte el misterio de la luna.

Si logras completar tres desafíos, te mostraré un secreto que solo los más valientes pueden conocer. Catalina emocionada aceptó el desafío del búho. El primer desafío consistía en encontrar una flor especial que solo crecía en la cima de la montaña más alta.

Con determinación, Catalina emprendió su viaje hacia la montaña. Tras sortear varios obstáculos, finalmente encontró la flor y regresó al jardín. - Has superado el primer desafío, pero aún te quedan dos más por superar - afirmó el búho.

El segundo desafío consistía en buscar la piedra más brillante escondida en el fondo del lago más profundo. Catalina, valientemente, se sumergió en el lago y, después de explorar durante horas, encontró la piedra y volvió al jardín exhausta pero feliz.

- ¡Increíble, has superado dos desafíos! Ahora, solo queda el último. Deberás plantar la flor en un lugar especial y colocar la piedra brillante junto a ella.

Catalina siguió las indicaciones del búho y, al amanecer, la flor se abrió revelando un resplandor mágico, mientras la piedra brillante emitía destellos de luz. En ese momento, la luna descendió del cielo y se acercó a Catalina. - ¡Felicidades, valiente niña! Has demostrado coraje, determinación y amor por la naturaleza.

Ahora, te revelaré el secreto de la luna. La luna susurró un mensaje en el oído de Catalina, quien sonrió con asombro.

Desde ese día, Catalina siguió saliendo por las noches a mirar la luna y juntar flores, pero esta vez con un brillo especial en su mirada, sabiendo el secreto que la luna le había confiado. Y el búho, desde entonces, la visitaba de vez en cuando para escuchar nuevas historias.

La niña inquieta se convirtió en una valiente exploradora de secretos mágicos, siempre dispuesta a aprender y descubrir más sobre el mundo que la rodeaba.

FIN.

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