Catalina y el Puente de los Sueños
Había una vez, en un pueblito rodeado de montañas y ríos, una niña llamada Catalina. Era una niña curiosa y valiente, conocida por todos como Catita. A Catita le encantaba explorar; siempre llevaba consigo una mochila llena de libros, colores y un cuaderno para dibujar lo que veía.
Un día, mientras paseaba por el bosque, Catalina escuchó un murmullo proveniente de un rincón secreto que nunca había visto antes. Siguiendo el sonido, encontró un pequeño puente de madera cubierto de flores.
"- ¡Hola! - gritó Catalina, moviendo la mano a cualquier forma de vida que la rodeara."
De repente, un anciano apareció delante de ella. Tenía una larga barba blanca y una mirada amable.
"- ¡Hola, pequeña exploradora! - dijo el anciano. - Soy el Guardián del Puente de los Sueños. He estado esperando a alguien con un corazón valiente que quiera cruzarlo."
Catalina se sintió intrigada.
"- ¿Qué hay del otro lado? - preguntó con ojos brillantes."
"- Del otro lado, se encuentran los sueños que a veces olvidamos. Pero, para cruzar, debes responder tres acertijos y demostrar tu valentía."
"- ¡Acepto! - exclamó Catalina, decidida a enfrentarse al desafío."
El anciano sonrió mientras le planteaba el primer acertijo:
"- Soy algo que siempre avanza, pero nunca se detiene. ¿Qué soy?"
Catalina pensó, y de pronto apareció una respuesta en su mente.
"- ¡El tiempo! - gritó emocionada."
"- Correcto. Ahora sigue adelante, pero prepárate para el segundo acertijo."
El anciano continuó:
"- Cuanto más quitas, más grande se vuelve. ¿Qué es?"
Catalina se mordió el labio, pensando.
"- ¡Un agujero! - respondió al fin, saltando de alegría."
El anciano, satisfecho, asintió y planteó el último acertijo:
"- Estoy en todas partes y en ningún lugar a la vez. Soy lo que sueñas al dormir, pero también lo que temes al despertar. ¿Qué soy?"
Catalina se sentó en una roca, reflexionando. Después de unos minutos, se le iluminó el rostro.
"- ¡La imaginación! - dijo con fuerza."
"- Muy bien, pequeña. Has demostrado que posees una mente brillante y un corazón valiente. Puedes cruzar el puente, pero recuerda: lo que encuentres del otro lado depende de ti."
Catalina cruzó el puente, y al llegar al otro lado, se dio cuenta de que estaba en un mundo lleno de colores vibrantes, criaturas mágicas y árboles que hablaban.
"- ¡Esto es increíble! - gritó mientras corría de un lado a otro."
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que algunos de los sueños estaban tristes y desanimados.
"- ¿Por qué están tan tristes? - preguntó a un árbol que parecía derramar hojas secas."
"- Hemos olvidado nuestras historias. Necesitamos que alguien nos cuente qué significan nuestros sueños, así podremos brillar de nuevo."
Catalina entendió que su tarea era ayudar a estos sueños y comenzó a contarles historias:
"- Había una vez un valiente caballero que..."
Los sueños escuchaban atentamente, y poco a poco, sus rostros empezaron a iluminarse.
Cuando terminó de contar su historia, las criaturas del mundo de los sueños se unieron a ella:
"- ¡Gracias, Catalina! - dijeron llenos de alegría. - Has traído de vuelta nuestra energía y nuestros colores. Ahora, la magia regresa."
Catita se sintió feliz, pero sabía que debía regresar a su mundo.
"- Pero, ¿qué pasará con ustedes? - preguntó un poco triste."
"- Siempre estarás en nuestros corazones. Cada vez que cuentes una historia, parte de nuestra magia vivirá en ti, y podrás regresar cuando quieras."
Con una sonrisa, Catalina cruzó de nuevo el puente, llevando consigo la magia de los sueños.
Al llegar a casa, se dio cuenta de que no solo había ayudado a aquellos sueños, sino que también había encontrado su propio amor por contar historias. Desde entonces, Catalina se convirtió en la narradora del pueblo, y cada noche, los niños se reunían para escuchar las maravillosas aventuras que creaba con su imaginación.
Y así, Catalina aprendió que los sueños necesitan ser compartidos y que la valentía no solo se mide por enfrentar miedos, sino también por ayudar a los demás.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.