Catalina y sus emociones mágicas


Catalina era una niña de 10 años muy inteligente y creativa, pero tenía un pequeño problema. A menudo hacía berrinches cuando las cosas no salían como ella quería.

Sus padres, preocupados por esta actitud, decidieron buscar ayuda para enseñarle a manejar sus emociones. Un día, Catalina llegó a su casa después de la escuela y encontró a su mamá hablando con alguien en la sala.

Era el profesor Lucas, un experto en educación infantil que había sido invitado para ayudar a Catalina con sus berrinches. "¡Hola Catalina! Soy el profesor Lucas", dijo amablemente mientras estrechaba la mano de la niña. Catalina lo miró con desconfianza, sin estar muy segura de si quería recibir ayuda o no.

Pero decidió darle una oportunidad al profesor Lucas y comenzaron a trabajar juntos. El profesor Lucas le explicó a Catalina que los berrinches eran normales en los niños porque aún están aprendiendo cómo controlar sus emociones.

Pero también le dijo que había formas más saludables de expresar lo que sentía. "Cuando te sientas frustrada o molesta, puedes hablar sobre tus sentimientos en lugar de hacer un berrinche", le sugirió el profesor Lucas. Catalina asintió con timidez y decidió intentarlo.

Al día siguiente, cuando su hermano menor accidentalmente rompió uno de sus juguetes favoritos, Catalina recordó lo que el profesor Lucas le había dicho y se calmó antes de explotar en un berrinche.

"Me siento triste porque mi juguete se rompió", dijo Catalina con voz tranquila. Sus padres se sorprendieron gratamente al ver cómo Catalina manejaba la situación sin hacer un berrinche. Le dieron un abrazo y le dijeron lo orgullosos que estaban de ella.

A medida que pasaban los días, el profesor Lucas continuó enseñándole a Catalina diferentes estrategias para manejar sus emociones.

Aprendió a respirar profundamente cuando se sentía enojada, a contar hasta diez antes de reaccionar impulsivamente y a encontrar formas creativas de expresarse, como dibujando o escribiendo en su diario. Un día, Catalina tuvo una gran oportunidad para demostrar todo lo que había aprendido. Estaba jugando con sus amigos en el parque cuando uno de ellos accidentalmente tiró su helado al suelo.

Catalina sintió una oleada de frustración e ira recorrer su cuerpo, pero recordó las enseñanzas del profesor Lucas. Se detuvo por un momento, respiró profundamente y decidió hablar sobre cómo se sentía en lugar de hacer un berrinche.

"Me siento triste porque mi helado se cayó", dijo Catalina mientras miraba a sus amigos. Para su sorpresa, sus amigos la escucharon atentamente y ofrecieron compartir sus propios helados con ella.

Juntos encontraron una solución creativa para disfrutar del resto del día sin perder la calma ni hacer berrinches. Desde ese día, Catalina entendió que expresar sus emociones de manera adecuada era mucho más efectivo que hacer berrinches.

Agradecida con el profesor Lucas y con el apoyo incondicional de sus padres, Catalina se convirtió en una niña más feliz y tranquila. Y así, Catalina aprendió que los berrinches no eran la mejor forma de lidiar con sus emociones.

Descubrió el poder de expresarse de manera adecuada y encontró nuevas formas creativas para manejar sus sentimientos. Desde entonces, cada vez que enfrentaba un desafío, recordaba las enseñanzas del profesor Lucas y seguía adelante con valentía y determinación.

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