Catnap y la Aventura de Escuchar
Había una vez un pequeño gato llamado Catnap, un travieso felino que vivía en una cálida casa cerca de un parque lleno de árboles altos y mariposas que danzaban por el aire. Aunque Catnap era adorable, había algo que no le gustaba: escuchar y obedecer a sus padres.
Un día, su mamá, la gata Mía, le dijo:
"Catnap, no vayas al parque solo. Podés perderte o hacer algo peligroso."
Catnap, con su pelaje grisáceo brillante, solo hizo un gesto de desprecio.
"¡Pero yo quiero jugar!" - respondió, y salió corriendo hacia el parque.
Nada más entrar, el pequeño gato encontró un grupo de gatos jugando con un ovillo de lana. Sin pensarlo dos veces, se unió a ellos.
"¡Hola! Soy Catnap. ¿Puedo jugar?" - preguntó emocionado.
"Claro, pero tengamos cuidado con el arroyo que está cerca" - dijo uno de los gatos mayores.
Después de un rato de diversión, Catnap se perdió en la emoción y, de repente, se alejó del grupo. Cuando levantó la vista, se dio cuenta de que ya no estaba cerca del ovillo ni de sus nuevos amigos.
Asustado, miró a su alrededor y lo único que vio fue un camino desconocido lleno de sombras.
"¿Dónde estoy?" - murmuró, sintiendo que su pequeño corazón latía rápido.
Catnap empezó a caminar despacito, tratando de recordar el camino de vuelta. Pero cada vez que giraba una esquina, no reconocía nada. En medio de su confusión, encontró un gato anciano llamado Don Gato que se estaba estirando bajo un árbol.
"Hola, joven. ¿Por qué pareces tan preocupado?" - le preguntó Don Gato.
"¡Me perdí!" - contestó Catnap con angustia.
"¿No te dijo tu mamá que no debías ir solo al parque?" - le recordó Don Gato sabio.
"Sí, pero yo quería jugar, y pensé que no pasaría nada" - contestó Catnap, con un hilo de voz.
Don Gato, con su voz pausada y amable, le dijo:
"Tener amigos y jugar es divertido, pero escuchar a tus padres también es importante. Ellos saben lo que es mejor para vos."
Catnap sintió que sus orejas caían. En ese momento, comprendió que había ignorado las advertencias de su mamá porque solo pensaba en sí mismo. Aceptó la realidad y decidió que era hora de pedir ayuda.
"¿Podrías ayudarme a volver a casa, Don Gato?" - preguntó, mirando al anciano con ojos sinceros.
"Claro, te llevaré a donde te perdiste. Pero prometeme que la próxima vez, escucharás a tus padres." - dijo Don Gato con una sonrisa.
Catnap asintió, prometiendo volver a ser un gato que escucha y respeta la sabiduría de sus mayores. Juntos, comenzaron a caminar por el parque, siguiendo el camino de regreso.
Mientras caminaban, Catnap reflexionó sobre todo lo que había vivido y se dio cuenta de lo mucho que valoraba la seguridad y el calor de su hogar. Finalmente, al llegar a su casa, vio a su madre mirando hacia el parque, claramente preocupada.
"¡Mamá!" - gritó Catnap al llegar corriendo. Mía lo abrazó fuerte, y su voz se llenó de alivio.
"¡Nunca vuelvas a asustarme así! Te lo dije por tu seguridad."
"Lo sé, mamá. Me perdí porque no te escuché. No volverá a pasar. Prometo #ser un gato obediente." - dijo Catnap con sinceridad.
Desde ese día, Catnap no solo se convirtió en un mejor oyente, sino que también aprendió a disfrutar de la compañía de sus amigos con mucho más cuidado. Jugaba en el parque, pero siempre se aseguraba de que su mamá supiera dónde estaba. Así, el pequeño gato descubrió que obedecer a sus padres lo hacía mucho más feliz y seguro en sus aventuras.
Y así, Catnap vivió muchas más aventuras, pero siempre con el gran valor de escuchar y respetar a sus padres, aprendiendo que su amor era lo más importante de todo.
FIN.