Caza en Navidad


Federica y Rufo se despertaron temprano en la mañana del 24 de diciembre, emocionados por su tradicional caza navideña.

Federica había aprendido a cazar desde muy joven con su abuelo, quien le enseñó a respetar la naturaleza y a ser cuidadosa al cazar. "Rufo, hoy encontraremos el conejo más grande que hayamos visto", dijo Federica mientras acariciaba el pelo sedoso de su perro. Rufo movió la cola y ladró emocionado.

Juntos, emprendieron el camino hacia las colinas cercanas al pueblo donde vivían. Después de caminar un rato, Federica vio algo moverse entre los arbustos. Era un conejo grande y gordon.

Con sigilo se acercó para disparar su flecha pero antes de poder hacerlo, una manada de lobos apareció detrás del conejo. "¡Rufo! ¡Cuidado!" gritó Federica mientras tomaba su arco. Los lobos estaban hambrientos y no parecían tener miedo de atacar a los cazadores.

Federica sabía que debían actuar rápido si querían escapar con vida. "Tranquilo Rufo, juntos podemos enfrentarlos", dijo Federica tratando de mantener la calma. Los lobos comenzaron a rodearlos lentamente mientras gruñían amenazantes.

Pero entonces ocurrió algo inesperado: uno de los lobos se acercó amistoso a Rufo y empezaron a jugar juntos como si fueran amigos desde siempre. Federica estaba sorprendida por lo que veía pero decidió aprovechar esa oportunidad para escapar. Corrieron todo lo que pudieron hasta llegar a una cueva cercana donde se escondieron.

"¡Qué suerte tenemos de estar juntos, Rufo!", dijo Federica mientras acariciaba el pelaje de su perro. Pero la situación no estaba aún resuelta. Los lobos habían olido la presa y estaban decididos a seguirla.

Federica sabía que debía actuar rápido si quería protegerse a sí misma y a su perro. "Rufo, necesito que me ayudes", dijo Federica mirando fijamente los ojos de su mascota.

Rufo asintió con determinación y juntos comenzaron a construir una barricada con piedras y ramas para bloquear la entrada de la cueva. Fue un trabajo duro pero finalmente lograron crear una barrera sólida que los mantendría seguros por un tiempo.

Federica suspiró aliviada mientras Rufo ladraba triunfante al otro lado de la barricada. Sabía que había aprendido una lección importante esa Navidad: nunca subestimes el poder del trabajo en equipo y siempre respeta a la naturaleza, incluso cuando estás cazando para sobrevivir.

Juntos, Federica y Rufo salieron sanos y salvos de aquella experiencia inolvidable, llevándose consigo una valiosa lección sobre el valor del compañerismo en situaciones adversas.

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