Cecci y la Noche de Relámpagos
Era una noche oscura y tormentosa en la casa de Cecci. Los relámpagos iluminaban el cielo y retumbaban truenos en la distancia. Cecci, una niña linda de cabellos rizados y ojos curiosos, se sentó en su cama apretando su muñeca favorita, la cual se llamaba Lila.
"No quiero dormir, Lila... tengo miedo de los relámpagos", susurró Cecci mientras miraba por la ventana.
La lluvia caía sin piedad sobre el tejado, y el viento aullaba como si fuera un lobo. Cecci sabía que su mamita le había dicho que los relámpagos solo eran parte de la tormenta, pero la verdad era que el estruendo le daba miedo.
No podía dejar de pensar en todos los cuentos que había escuchado sobre monstruos y seres extraños que podían aparecer en la oscuridad. Así que decidió que no iba a dormir. Se arropó con su manta favorita y se quedó sentada en la cama.
Pasaron algunos minutos cuando su hermano mayor, Martín, entró en su habitación. Al verlo, Cecci se sintió un poco más cómoda. Él siempre sabía cómo hacerla reír.
"¿Ves? Son solo relámpagos, nada de qué preocuparse. ¿Te cuento una historia mientras esperamos que pase la tormenta?", le propuso Martín con una sonrisa.
"Bueno, pero no quiero que hablen los monstruos de los cuentos, ¡eh!", dijo Cecci un poco nerviosa.
Martín se rió y se sentó a su lado en la cama.
"¿Sabías que en el bosque hay algunos animales que también le tienen miedo a los relámpagos?", comenzó Martín.
Cecci lo miró con curiosidad, y aunque tenía miedo, se sintió intrigada.
"¿En serio? ¿Cuáles?", preguntó.
"Por ejemplo, el pequeño conejo Blanco. Una vez, cuando empezó a llover, tuvo tanto miedo de los truenos que se escondió dentro de un arbusto", continuó Martín con voz suave.
Cecci imaginó al conejito temblando de frío.
"Pero, ¿sabes qué? El conejo no estaba solo. Sus amigos, la ardilla y el ciervo, decidieron hacer algo para ayudarlo. Se sentaron a su lado y compartieron historias divertidas para que no tuviera miedo de los ruidos", añadió Martín, acunando suavemente a su hermana.
Cecci sonrió al imaginar la escena.
"Y... ¿y qué pasó después?", preguntó con interés.
"Blanco comprendió que no había razón para temer si tenía a sus amigos cerca. Pasaron la noche contándose historias hasta que la tormenta pasó y la luna salió a brillar", concluyó Martín.
Con esos pensamientos en la cabeza, Cecci se sentía un poco más tranquila.
"Entonces, estos relámpagos son como los sonidos de la tormenta que escuchó el conejo. ¡Yo también tengo a alguien!", dijo Cecci entusiasmada.
"Exactamente, hermana. Y yo nunca te dejaré sola, siempre estaré a tu lado", aseguró Martín mientras la abrazaba con fuerza, llenando la habitación de amor.
De repente, la tormenta empezó a calmarse. Los relámpagos se fueron volviendo más lejanos y el sonido de la lluvia se volvió más suave.
Cecci se sintió cómoda, y, con la historia del conejo en su mente, se acomodó en su cama.
"Gracias, Martín. Me siento mejor ahora", murmuró mientras sus ojos se cerraban.
Martín sonrió y le dio un beso en la frente.
"Dulces sueños, Cecci. Siempre será una aventura con los amigos, incluso durante las tormentas."
Y así, con las palabras de su hermano resonando en su mente, Cecci se quedó dormida, soñando con conejos y aventuras en el bosque, mientras la tormenta se desvanecía lentamente fuera de su ventana.
FIN.