Ceci juega a la pelota en el parque
Era un día luminoso y soleado en el parque de la ciudad. Los árboles se mecían suavemente con la brisa, y los pájaros cantaban alegres. Ceci, una niña de ocho años con una sonrisa radiante, estaba emocionada por salir a jugar a la pelota.
"¡Mamá!" gritó Ceci mientras corría hacia la puerta. "¡Hoy voy a jugar al fútbol con los chicos!"
"Excelente, Ceci. No te olvides de hacer amigos y compartir la pelota" le respondió su mamá con una sonrisa.
Ceci llegó al parque y vio a varios niños jugando. Con valentía, se acercó al grupo.
"Hola, soy Ceci. ¿Puedo jugar con ustedes?" preguntó, sintiendo un cosquilleo de nervios en el estómago. Todos se miraron entre sí, pero al ver su entusiasmo, uno de los chicos, llamado Tomás, respondió:
"Claro, Ceci. Ven, estamos jugando a la pelota. Solo recuerda que aquí todos tienen que pasar la pelota. ¡Así es más divertido!"
Ceci asintió entusiasmada y se unió al juego. Cada vez que recibía la pelota, se esforzaba por pasarla a los demás, aunque a veces era tentador intentar hacer un gol ella sola. El juego continuó, la risa y los gritos de alegría llenaban el parque.
Sin embargo, un momento cambió el tono de la tarde. Un niño llamado Lucas estaba un poco apartado, viéndose triste.
"¿Por qué no juegas con nosotros, Lucas?" preguntó Ceci mientras corría hacia él.
Lucas suspiró. "No sé jugar bien al fútbol. Siempre fallo y me da vergüenza" dijo con la cabeza gacha.
Ceci pensó un momento. "No te preocupes, yo te puedo enseñar. Todos empezamos de cero alguna vez. ¡Y mejor si es entre amigos!"
Lucas mostraba un brillo de esperanza en sus ojos. "¿De verdad?"
"Sí, ven a jugar con nosotros. Mientras más practiques, mejor serás. ¡Todos somos aprendices!" dijo Ceci con entusiasmo.
Lucas sonrió tímidamente y se unió al grupo. Al principio, luchó un poco con la técnica, pero con la ayuda de Ceci y el apoyo de los demás, empezó a mejorar.
"¡Bien, Lucas! ¡Eso es!" animó Tomás cuando Lucas logró pasar la pelota con más seguridad.
La tarde avanzó, y al final, todos estaban cansados pero felices. La pelota rodó hacia el lado de Lucas, quien decidió intentar un tiro al arco. Todos contuvieron la respiración.
"¡Vamos, Lucas! ¡Tú puedes!" gritaron todos. Lucas tomó aire, corrió y pateó. La pelota fue directa y se metió en el arco.
"¡Gooooool!" gritaron los demás, corriendo hacia él para celebrar. Lucas saltaba de alegría y Ceci lo abrazó contenta.
"¡Ves! ¡Te dije que lo lograrías!" dijo Ceci, orgullosa.
"Gracias, Ceci, no lo habría hecho sin tu ayuda. Eres una gran compañera de juego" respondió Lucas, brillando de felicidad.
Los niños decidieron formar un equipo. Se nombraron "Los Terribles Gamertags" y prometieron jugar juntos siempre, apoyándose y aprendiendo unos de otros.
Cuando el sol comenzó a ponerse y anunciaba que era hora de irse, Ceci se despidió de sus nuevos amigos.
"Gracias por jugar conmigo. ¡Mañana vuelvo a jugar!" los saludó sonriendo.
"¡Sí! ¡Nos vemos!" respondieron todos al unísono.
Ceci volvió a casa llena de alegría. Aprendió que jugar no solo era hacer goles, sino también compartir, ayudar a otros y disfrutar juntos.
Y así, cada vez que Ceci iba al parque, llevaba consigo el deseo de jugar y aprender, no solo para ella, sino para todos sus amigos.
Desde ese día, el parque se convirtió en un lugar donde la amistad y la diversión siempre brillaban, gracias a Ceci y su gran corazón.
FIN.