Celia y la Feria Animal



Celia era una niña muy especial. Desde pequeña, sentía un amor profundo por los animales y siempre soñaba con poder ayudarlos de alguna manera.

Un día, mientras paseaba por el parque, vio un cartel que decía: "Se busca voluntarios para trabajar en la protectora de animales". Celia sabía que había encontrado su oportunidad. Llenó su mochila con comida para perros y gatos, agua fresca y una caja llena de juguetes.

Corrió emocionada hasta la protectora y se presentó ante el señor Martín, quien estaba a cargo del lugar. "¡Hola! Mi nombre es Celia y quiero ser voluntaria para ayudar a los animales", dijo entusiasmada.

El señor Martín sonrió al verla tan decidida y le dio la bienvenida. Le explicó que había muchos perros y gatos esperando ser adoptados, pero necesitaban cuidado y cariño mientras tanto. Celia asintió con energía y prometió hacer todo lo posible para ayudar.

Durante las primeras semanas, Celia se dedicó a limpiar jaulas, darles comida a los animales e incluso les enseñaba algunos trucos divertidos. Los perros corrían felices detrás de ella cuando les lanzaba una pelota o hacía sonidos graciosos.

Los gatos también disfrutaban de su compañía mientras jugaban con cuerditas o perseguían plumas. Pero un día algo inesperado sucedió: llegaron más animales abandonados de lo normal. La protectora no tenía suficiente espacio ni recursos para atenderlos a todos adecuadamente.

El señor Martín estaba preocupado porque no sabía qué hacer. Celia, sin embargo, tenía una idea brillante. Decidió organizar una feria benéfica para recaudar fondos y así poder ampliar la protectora.

Pidió ayuda a sus amigos del colegio y juntos comenzaron a planear el evento. La feria se llevó a cabo en un parque cercano y fue un éxito rotundo. Había juegos, puestos de comida e incluso una pasarela donde los perros podían desfilar con trajes divertidos.

La gente llegaba emocionada y todos colaboraban comprando boletos para participar en las actividades. Al final del día, Celia contó el dinero recaudado y no podía creerlo: habían conseguido suficiente dinero para construir nuevas jaulas y mejorar las instalaciones de la protectora.

El señor Martín estaba asombrado por el esfuerzo de Celia y su capacidad para movilizar a tanta gente. "¡Celia, eres una verdadera heroína!", exclamó el señor Martín emocionado. Desde ese día, la protectora de animales cambió por completo.

Los animales tenían más espacio, recibían mejor atención médica y encontraban hogares más rápido gracias al trabajo incansable de Celia y los demás voluntarios.

Celia aprendió que siempre hay algo que podemos hacer para ayudar a los demás, especialmente a aquellos que no pueden defenderse por sí mismos. Y aunque era solo una niña, demostró que con determinación y amor se pueden lograr cosas increíbles.

Así que recuerda, nunca subestimes el poder de tus acciones porque incluso tú puedes marcar la diferencia en el mundo si te lo propones.

FIN.

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