Cenicienta en el Gran Barco



Era una vez, en un puerto lleno de vida, un gran barco de velas blancas que se llamaba 'El Navegante'. En su interior vivía una joven llamada Cenicienta. Ella no era una sirena, ni una marinera, pero sí tenía un gran corazón y un espíritu aventurero. Cenicienta trabajaba en el barco ayudando a la tripulación, limpiando, cocinando y cuidando del material. A pesar de su dedicación, la capitanía siempre la ignoraba, y sus compañeros, aunque no eran malos, la trataban como si fuera invisible.

Un día, mientras preparaba la cena, escuchó un rumor por la cubierta. ¡Una gran fiesta se iba a llevar a cabo en el barco esa noche! La capital de la ciudad portuaria había organizado un baile en honor al capitán, donde asistirían los marineros más valientes. Cenicienta soñaba con poder ir y conocer a alguien especial, pero no tenía un vestido.

De repente, su amiga Lucy, una pequeña gaviota que siempre la acompañaba, voló hacia ella con una pluma brillante en su pico.

"¡Cenicienta! ¡Mira lo que encontré!" - chirrió la gaviota emocionada.

"¡Es hermosa! Pero, ¿qué puedo hacer con una pluma?" - dijo Cenicienta con un suspiro.

Lucy, aleteando, le respondió:

"Con esta pluma mágica podrías crear algo impresionante. ¡Solo tienes que soñar!"

Y así, Cenicienta se sentó en la cubierta, cerró los ojos y comenzó a imaginar cómo sería su vestido. En un instante, la pluma brilló intensamente y, en un abrir y cerrar de ojos, se materializó un hermoso vestido de gala con detalles marinos. Cenicienta no podía creer lo que veía.

"¡Es realmente mágico!" - exclamó con alegría.

Se preparó emocionada, sintiendo que la aventura comenzaba. Pero había un problema. Cuando llegó al baile, no encontró el lugar propicio para entrar. Todos estaban ocupados bailando y celebrando, y ella se sintió pequeña y un poco asustada.

Entonces recordó lo que su padre siempre le decía:

"La valentía no es la ausencia de miedo, sino la determinación de seguir adelante a pesar de él."

Tomó una profunda respiración y decidió entrar. Con cada paso, se sentía más segura. Los marineros comenzaron a mirarla y, de repente, el capitán la vio y se acercó a ella.

"¡Quién es esa joven tan brillante?" - dijo, maravillado por su belleza.

"Soy Cenicienta, y he trabajado en este barco toda mi vida."

"¡Ven! Te invito a bailar."

Cenicienta aceptó llena de alegría. Mientras bailaban, todos comenzaron a mirarlos y a aplaudir su conexión. De pronto, un fuerte viento sopló, haciendo que las velas del barco ondearan majestuosamente. El capitán, al notar la magia del momento, levantó su copa y dijo:

"Por la valentía de aquellos que trabajan en la sombra, a quienes nunca vemos, pero siempre son esenciales en esta travesía."

Las palabras resonaron en el aire y Cenicienta sintió que se convertía en parte de la familia del barco. No solo era una joven que limpiaba, sino que su braveza era reconocida y celebrada.

Al final de la noche, el capitán le pidió que se quedara a bordo como parte de la tripulación. Todos aplaudieron mientras lucía su vestido radiante, y Lucy, la gaviota, volvió a su lado.

"Olvidé decirte que la pluma también tiene otro poder. Te hará valiente siempre que lo necesites."

Desde ese día, Cenicienta se convirtió en una respetada integrante de 'El Navegante', navegando por mares llenos de misterios y aventuras. Aprendió que de la humildad y el trabajo duro nacían grandes oportunidades, y que todos tienen un brillo especial, solo hay que saber verlo.

Y así, Cenicienta vivió muchas aventuras en el gran barco, siempre recordando que lo importante es ser genuina y jamás rendirse, porque la magia existe en cada rincón, incluso en los corazones humildes.

FIN.

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