Cenicienta y el poder de la amistad



Había una vez, en un pequeño pueblo, una joven llamada Cenicienta que vivía en una casa con su malvada hermanastra, Estela, y sus dos hermanastras, Viola y Rita. A primera vista, parecía que la vida de Cenicienta era desdichada, pero lo que no sabían sus hermanastras era que la bondad y la amistad siempre encuentran la forma de brillar.

Cenicienta pasaba sus días ayudando en las tareas del hogar. Estela, Viola y Rita disfrutaban hacerle la vida difícil. Un día, mientras limpiaba el desván, Cenicienta encontró un viejo baúl lleno de objetos olvidados. Entre ellos, halló un hermoso vestido azul.

- “¡Guau! Este vestido es precioso, me encantaría llevarlo un día”, pensó Cenicienta soñando con su futuro.

Pero ese día no sería fácil. Estela entró en el desván y vio a Cenicienta con el vestido.

- “¡Qué haces vestida así, Cenicienta! Eso no es para vos”, gritó Estela, riéndose a carcajadas junto a sus hermanastras.

- “Lo sé, pero me gustaría tener la oportunidad de usarlo en algún momento”, respondió Cenicienta con humildad. Sabía que su lugar en la casa no era fácil, pero nunca dejaba de soñar.

Los días pasaron y el pueblo se preparaba para un gran baile. Las hermanas de Cenicienta estaban emocionadas y hablaban sin parar sobre la posibilidad de conocer al príncipe. Estela, que siempre había tenido una rivalidad con Cenicienta, decidió hacerle la vida aún más difícil.

- “¡Cenicienta! ¿Por qué no vas a hacer lo que mejor sabés: limpiar? ”, le dijo con desprecio mientras se ponía un collar brillante.

Cenicienta solo sonrió y pensó en su querido vestido azul. Pero el baile se acercaba, y estaba claro que no iba a poder ir.

Un día, mientras cenaba, sus hermanas hablaban de lo hermosas que se verían en el baile.

- “¡Seremos las más lindas y lograremos conquistar al príncipe! ”, decía Viola entusiasmada.

- “Sí, y despreciaremos a Cenicienta una vez más”, añadió Rita burlonamente.

Cenicienta escuchaba los sueños de sus hermanas, sintiéndose triste. Sin embargo, decidió que no dejaría que la tristeza la consumiera. Había algo que podía hacer: prepararse para ayudar aotras personas, ¡si no podía ir al baile, haría algo especial con su día!

Los días del baile llegaron, y mientras sus hermanas se preparaban con vestidos elegantes y joyas, Cenicienta salió al bosque. Allí conoció a un grupo de criaturas del bosque, un ratón llamado Pipo, una ardilla llamada Tita y un pájaro llamado Lolo.

- “Hola, ¿quién sos? ”, preguntó Pipo curiosamente.

- “Soy Cenicienta, busco un lugar donde sentirme libre y feliz”, respondió ella.

Los tres animales la invitaron a unirse a ellos. Juntos, recorrieron el bosque compartiendo risas y aventuras. Cenicienta se sintió tan feliz que por un momento olvidó todo lo que había pasado en casa.

Mientras tanto, Estela, Viola y Rita llegaron al baile, seguras de que todos los ojos estarían puestos en ellas. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que el príncipe estaba más interesado en aquellas que mostraban amabilidad y que sonreían genuinamente.

- “¿Por qué él no nos presta atención? ”, se quejaba Estela, mientras sus hermanas la miraban confundidas.

En el bosque, Cenicienta se dio cuenta de que la verdadera felicidad no se encontraba en un vestido, sino en la amistad y en ser auténtica. Entonces, tuvo una idea. Sus nuevos amigos y ella decidieron hacer un espectáculo de danzas y canciones para los animales del bosque. Mientras bailaban, la alegría creció como nunca antes.

Cenicienta, aún con su vestido azul, recordaba las palabras de su madre sobre ser siempre tú misma. Fue entonces cuando decidió que, si no podía ir al baile, haría su propio festival de la amistad.

De repente, los animales le contaron a sus amigos sobre el festival, y pronto se llenó de criaturas del bosque que vinieron a celebrar. Las risas resonaron en el aire.

Cuando las hermanas regresaron a casa después del baile, no podían creer lo que veían.

- “¿Qué es todo esto? ” preguntó Viola, sorprendida.

- “Es el festival de la amistad, ¡vamos a celebrar también! ¡La vida es para disfrutarla! ”, respondió Cenicienta con entusiasmo.

Estela, Viola y Rita se sintieron intrigadas. **Quizás Cenicienta no tenía la vida que ellas pensaban que era la mejor**, pero su felicidad era contagiosa. Sin quererlo, las tres hermanas se unieron al festival y se dieron cuenta de que pasar tiempo juntas y disfrutar era mucho más valioso que cualquier baile elegante.

Cada año, a partir de ese día, Cenicienta organizaba el festival de la amistad, invitando a todos los que querían compartir y celebrar. Las tres hermanas comenzaron a cambiar; aprendieron a valorar la bondad y la conexión, y aunque todavía había momentos difíciles, comenzaron a apoyar y ayudar a Cenicienta en lo que pudiera.

Cenicienta entendió que la vida no siempre sería fácil, pero rodearse de amor y amistad la llevaría a caminos mágicos. Entonces, junto con sus hermanas, hicieron un pacto: siempre serían amigas y trabajadoras en equipo.

Y así, Cenicienta, Estela, Viola y Rita vivieron momentos de entretenimiento, aventuras y un sinfín de risas, creando una historia de unión que ni el tiempo podría borrar.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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