Cenicienta y el valor de la igualdad


En un lejano reino lleno de desigualdades, vivía una joven llamada Cenicienta. A pesar de su gentileza y dedicación, era víctima de la discriminación y el maltrato por parte de su madrastra y hermanastras.

A pesar de ello, Cenicienta nunca perdió la esperanza y siempre mantuvo viva su bondad. Un día, se anunció que se celebraría un gran baile en el castillo, al que estaban invitadas todas las doncellas del reino.

Las hermanastras de Cenicienta se emocionaron, mientras ella suspiraba tristemente, sabiendo que no podría asistir al evento. Sin embargo, su hada madrina apareció y, con un toque de magia, le proporcionó un hermoso vestido y unos zapatos de cristal.

Impresionados por su belleza, todos en el baile quedaron maravillados con Cenicienta, incluido el príncipe. En medio de la fiesta, sonó la campana anunciando la medianoche, momento en que todo desaparecería. Cenicienta huyó, dejando uno de sus zapatos.

El príncipe, decidido a encontrar a la dueña del zapato, recorrió el reino hasta llegar a la casa de Cenicienta. Allí, la madrastra intentó que una de sus hijas calzara el zapato, pero era demasiado pequeño. Cenicienta, valiente, probó el zapato, y este le quedó perfecto.

El príncipe la reconoció inmediatamente y, admirado por su valentía y bondad, la llevó al castillo, donde se casaron y juntos lucharon por la igualdad y la justicia en el reino.

Cenicienta se convirtió en un ejemplo de superación y bondad para todos, demostrando que la igualdad y el valor personal son fundamentales en la vida de cada persona.

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