Cesitar, el Duende Emprendedor



En un pequeño pueblito rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos, vivía un duende llamado Cesitar. A diferencia de otros duendes que solo se dedicaban a hacer travesuras, Cesitar tenía una pasión especial: ¡ayudar a la gente! Pero como cualquier buen trabajo, él creía que era justo cobrar por sus servicios.

Una mañana soleada, mientras Cesitar revisaba su lista de tareas, se encontró con su amiga Ana, una niña curiosa de pelo rizado.

"¡Hola, Cesitar! ¡Estoy organizando una fiesta de cumpleaños y necesito mucho ayuda!" - le dijo Ana, emocionada.

"¡Eso suena genial, Ana! Pero recuerda, mi tiempo también cuesta. Cobra 5 monedas de oro por hora de trabajo" - respondió Cesitar con una sonrisa traviesa.

Ana miró su hucha de monedas, un poco preocupada, pero decidió que valdría la pena. Así que le pagó a Cesitar y juntos comenzaron a trabajar en la fiesta. Cesitar trajo globos de colores, decoraciones brillantes y hasta preparó algunos juegos.

Unos días después, les llegó una noticia al pueblo. La biblioteca estaba llena de libros polvorientos, y la bibliotecaria, la señora Marta, se sentía desanimada porque no tenía tiempo para organizarlos.

"Esto es un desastre, no tengo ayuda" - lloriqueó la señora Marta.

Cesitar, que escuchó la conversación, decidió ofrecer su asistencia a cambio de un pago, sobre todo porque tenía una solución innovadora. Se acercó a Marta.

"¡Señora Marta! Puedo ayudarla a organizar la biblioteca por solo 10 monedas de oro. Pero tengo una idea: ¡haremos que los niños colaboren!" - propuso Cesitar.

La señora Marta se rió. "¿Colaborar? Pero, ¿cómo?"

"Vamos a hacer un concurso en el que cada niño que organice cinco libros puede ganar un cuento mágico. Así, ellos ayudan y yo cobro por las horas que trabajo con ellos. ¡Todos ganan!" - explicó Cesitar.

La bibliotecaria sonrió, encantada con la idea de Cesitar. El concurso fue un éxito, y los niños no solo aprendieron a organizar libros, sino que se divirtieron mucho. Cesitar ganó sus monedas, y la biblioteca quedó reluciente.

Un día, la gente del pueblo comenzó a notar que Cesitar era, en efecto, un duende especial, que no solo ayudaba de una manera divertida, sino que también enseñaba lecciones importantes sobre el trabajo en equipo y el valor de recompensar el esfuerzo.

Los pedidos de ayuda a Cesitar aumentaron, pero siempre aclaraba que su trabajo tenía un costo, aunque él era flexible con los precios si la persona no podía pagar. Por ejemplo, ayudaba a las familias que tenían menos recursos a cambio de algo que pudieran ofrecer: un dibujo, una canción, o incluso un jugo natural.

Un día, su amigo Lucas, que quería ayudar a sus padres a vender limonada, le pidió ayuda para hacer carteles.

"¡Cesitar, me gustaría que hiciéramos carteles para atraer a más clientes!" - dijo Lucas, entusiasmado.

"Claro, pero recuerda, amigo, que tengo que cobrarte. Te costará 3 monedas de oro por cartel. Pero… ¡una limonada a cambio será suficiente!" - respondió Cesitar.

Así, trabajaron juntos haciendo los carteles, y Lucas no solo aprendió sobre la importancia de comunicar y vender, sino que también disfrutó de un delicioso éxito: su puesto de limonada se llenó de clientes.

Con el tiempo, Cesitar se convirtió en el duende más respetado del pueblo, conocido no solo por su capacidad de ayudar, sino por su increíble habilidad para transformar el trabajo en diversión. La gente aprendió que era valioso ayudar a los demás, pero también recompensar sus esfuerzos.

Y así, Cesitar continuó su labor, siempre con una sonrisa y una lección que enseñar, demostrando que ayudar puede ser un arte, y que todos podemos ser parte de algo especial, sin importar si somos duendes o humanos. Su vida se volvió un ejemplo a seguir, mostrando que el trabajo y la diversión pueden tomar de la mano para generar magia en la vida de los demás.

FIN.

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