Chabuca y el Cerro de los Sueños



En una pintoresca aldea montañesa, donde las flores nacen al son de las melodías del viento, había un joven llamado Sergio que soñaba con ser libre y feliz. A menudo se disfrazaba de cholita, una vestimenta tradicional que le permitía acercarse a la gente del pueblo y experimentar la vida desde una perspectiva diferente. Todo el mundo conocía a Chabuca, la cholita alegre que siempre contaba historias divertidas y hacía reír a los niños. Pero pocos sabían que detrás de la risa se escondía el corazón soñador de Sergio.

Un día, mientras Chabuca paseaba por el mercado, conoció a una joven llamada Marian. Su risa era contagiosa y su mirada, un brillo de luna llena. Desde el primer instante, Sergio sintió que algo especial había despertado en su interior.

"- Hola, cholita. Me encanta tu forma de ver la vida, siempre tienes una historia interesante que contar!" - dijo Marian con una sonrisa.

"- Gracias, señora! Me encanta alegrar el día de los demás!" - respondió Sergio, sintiendo mariposas en su estómago.

A lo largo de las semanas, Chabuca y Marian se hicieron inseparables. Sus paseos por el cerro cercano se convirtieron en aventuras mágicas. Un día mientras exploraban, Marian le confesó:

"- Sabes, Chabuca, siento que puedo ser yo misma contigo, eres alguien muy especial."

"- ¡Eso me alegra mucho, Marian!" - respondió Sergio emocionado.

A medida que pasaba el tiempo, los encuentros entre Chabuca y Marian empezaron a ser más frecuentes. Sin embargo, mientras su amistad crecía, Sergio luchaba contra sus propios sentimientos. Sabía que debía revelarle su verdadero yo, pero temía que esto arruinaría la conexión que habían construido.

Un día, decidieron hacer un picnic en la cima del cerro. Mientras compartían risas y comida, Marian miró al cielo y dijo:

"- A veces me pregunto si existe un lugar donde todos podamos ser nosotros mismos, sin miedos."

"- Eso sería hermoso... y creo que esos lugares existen, son los que llevamos en el corazón!" - respondió Sergio, deseando ser honesto pero sin poder encontrar las palabras adecuadas.

Finalmente, la valentía de Sergio salió a flote. Con el corazón latiendo fuerte, tomó la mano de Marian y dijo:

"- Marian, hay algo que tengo que contarte... yo no soy quien piensas. Soy Sergio, y es verdad que me disfracé de cholita por un tiempo. Pero me encanta quién soy cuando estoy contigo."

Marian se quedó en silencio, mirando a Sergio a los ojos. La confusión y sorpresa se dibujaron en su rostro. Pero él continuó:

"- No quiero que esto cambie nuestra amistad. He disfrutado cada momento contigo y simplemente quería ser honesto."

Marian, después de un instante, sonrió y respondió:

"- Sabes, Sergio, lo que importa es cómo nos sentimos el uno con el otro. Para mí, seguir asumiendo las distintas facetas de nuestras vidas es lo que nos hace especiales. Eres una persona maravillosa, y ser Chabuca también es parte de ti."

Ese día, en el cerro, se estableció una conexión más fuerte entre ellos. Comprendieron que ser auténticos y sinceros es la clave para la verdadera amistad. Ambos regresaron al pueblo, no como dos personas diferentes, sino como amigos que se aceptan y entienden el valor de ser uno mismo.

Los días pasaron y el lazo entre Chabuca y Marian se profundizó. Juntos, comenzaron a organizar actividades en el pueblo para que la gente pudiera compartir sus historias y expresarse sin miedo.

"- Vamos a crear un festival de cuentos y canciones!" - propuso Marian con alegría.

"- ¡Sí! Y yo puedo contar mis historias como Chabuca!" - dijo Sergio, emocionado.

Así, con el apoyo de sus amigos y la comunidad, Chabuca y Marian se convirtieron en un símbolo de inclusión y aceptación en el pueblo, recordando a todos que la verdadera belleza radica en la autenticidad y en ser uno mismo.

Así, el cerro no solo fue testigo de sus dulces encuentros, sino también de la unión de corazones que valoran la amistad y la verdad. Aunque Sergio continuó siendo Chabuca de vez en cuando, Marian siempre sabía que detrás de esa cholita alegre estaba un amigo único y especial.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!