Chamoy y el Capibara de Goma
En un frondoso bosque lleno de aventuras, vivía una ardilla muy especial llamada Chamoy. Chamoy no era una ardilla cualquiera; caminaba en dos patas y siempre lucía una remera verde brillante. A pesar de su pequeño tamaño, era valiente y decidida.
Un día, mientras recolectaba nueces, Chamoy escuchó un llanto apagado. Sigilosamente, siguió el sonido hasta dar con un misterioso capibara que parecía perdido y asustado. Su nombre era Capi y, a diferencia de los otros capibaras, Capi tenía un don muy especial: podía estirarse como si fuera de goma.
- ¿Por qué llorás, amigo? - preguntó Chamoy, preocupada.
- Todos en el bosque me tratan mal. Dicen que soy extraño porque puedo estirarme. Solo quiero proteger a los demás de la Gran Amenaza - respondió Capi, con lágrimas en los ojos.
- ¿La Gran Amenaza? - inquirió Chamoy intrigada.
- Sí, hay un monstruo que se acerca al bosque y tiene un gran poder. Pero no me creen, por eso me ignoran - explicó Capi, sintiéndose cada vez más triste.
Chamoy decidió ayudar a Capi. Juntos, comenzaron a investigar acerca de este monstruo. Se adentraron en el bosque, enfrentándose a diversos animalitos que, incluso, les hacían burla por la apariencia del capibara.
- ¿Ves? Todos piensan que no sirvo para nada - dijo Capi, encogiéndose un poco.
- No dejes que te afecte, Capi. Tu poder podría ser crucial. No podemos rendirnos - alentó Chamoy.
Tras días de búsqueda, finalmente encontraron a un anciano búho que sabía acerca de la Gran Amenaza.
- La amenaza se acerca al atardecer de la próxima luna llena. Capi, tu don es más importante de lo que crees. Con tu habilidad para estirarte, podrás desviar los ataques del monstruo - le dijo el búho con sabiduría.
Capi se sintió inmediato más esperanzado y, junto a Chamoy, planearon cómo enfrentar al monstruo. Mientras el tiempo pasaba, la amistad entre ellos se fortalecía. Chamoy ayudaba a Capi a confianza en sí mismo, mientras que Capi enseñaba a Chamoy sobre la importancia de ser diferente y especial.
El día de la confrontación, todos los animales del bosque se reunieron en la gran pradera. El cielo se oscureció, y una sombra gigantesca se dibujó en el horizonte. Era el monstruo, un ser enorme con ojos brillantes y colmillos afilados.
- ¡No tengan miedo! - gritó Chamoy para tranquilizar a los demás. - ¡Capi, es tu momento! -
Capi, viendo la confianza de su amiga y sintiéndose apoyado, se estiró al máximo, convirtiéndose en un gran muro elástico que desvió la furia del monstruo. Los demás animales miraban asombrados mientras Capi usaba su poder para proteger el bosque. Todo fue un gran alboroto de colores, y con cada ataque que el monstruo lanzaba, Capi se estiraba y lo desviaba lejos.
Finalmente, con un último estirón, Capi logró atrapar al monstruo, dejándolo inmovilizado. Los animales comenzaron a aplaudir y, por fin, juzgaron a Capi no por su aspecto, sino por su capacidad para amar y proteger a los demás.
- Nunca más volveré a pensar que soy un extraño - dijo Capi, con una gran sonrisa. - Todo gracias a vos, Chamoy.
- ¡Y juntos somos imbatibles! - respondió la ardilla saltando de alegría.
Desde ese día, Chamoy y Capi se convirtieron en los mejores amigos y en los protectores del bosque. Todos aprendieron que la verdadera amistad y la aceptación de las diferencias son lo que nos hace fuertes.
Y así, el bosque siguió siendo un lugar lleno de aventuras, amor y respeto por la diversidad, siempre recordando la valentía de una ardilla en remera verde y un capibara que estiraba su gumita para ayudar a los demás.
FIN.