Changurito aprende a compartir
. Su abuela, Doña Rosa, estaba muy preocupada por el comportamiento de Changurito y decidió hablar con él para entender lo que sucedía.
Un día mientras Changurito jugaba con sus bloques, Doña Rosa se acercó a él y le preguntó: "Changurito, ¿por qué tiras la comida al piso y le aventas los juguetes a los perros?". Changurito respondió con una sonrisa traviesa: "¡Porque es divertido!".
Doña Rosa le explicó que no era correcto desperdiciar la comida y que los perros no eran juguetes sino seres vivos que merecían respeto y cuidado. Pero Changurito aún no entendía del todo lo que su abuela quería decirle. Entonces, Doña Rosa tuvo una idea.
Decidió llevar a Changurito al parque para enseñarle cómo compartir y jugar bien con otros niños. Al llegar al parque, se encontraron con un grupo de niños jugando en el arenero.
Changurito observaba desde lejos como los niños compartían sus juguetes y construían castillos de arena juntos. De repente uno de los niños se acercó a él ofreciéndole un camión de plástico para jugar juntos. Al principio Changurito dudaba pero luego acepto la oferta del niño.
Jugaron juntos durante horas construyendo castillos altos e imaginarios mundos llenos de aventuras emocionantes. Changurito aprendió a compartir sus cosas sin miedo a perderlas o quedarse sin ellas.
Cuando llego la hora del almuerzo todos fueron invitados por Doña rosa quien había preparado un picnic para compartir con los niños del parque. Changurito no quería comer al principio, pero cuando vio a los demás niños disfrutando de la comida, decidió probar algo también.
Y así fue como Changurito aprendió la importancia de compartir y respetar a los demás. También aprendió que la comida es valiosa y debe ser apreciada en lugar de desperdiciarse.
Desde ese día, Changurito se convirtió en un niño más amable y generoso, compartiendo sus juguetes y ayudando a su abuela en las tareas diarias. Doña Rosa estaba orgullosa de él y sabía que había hecho una gran diferencia en su vida enseñándole valores importantes como el respeto y la solidaridad.
Y cada vez que iban al parque, Changurito recordaba esa lección importante que le había enseñado su abuela y se aseguraba de jugar bien con otros niños mientras cuidaba a los perros del parque sin molestarlos.
FIN.