Chepito, el inventor de historias
Había una vez, en un barrio lleno de colores y risas, un niño llamado Chepito. Chepito era un chico muy curioso y tenía una imaginación desbordante. Todos los días, se sentaba bajo un árbol grande en la plaza y contaba historias increíbles a sus amigos.
Un día, mientras sus amigos jugaban a la pelota, Chepito exclamó:
"¡Chicos! ¡Hoy vi un dragón volando sobre la escuela! Tenía escamas verdes y respiraba fuego como en las películas."
Sus amigos se miraron entre sí, incrédulos.
"¡Vení, che! No puede ser, eso es imposible", dijo Lucas, el más escéptico del grupo.
"¡Sí! Seguro que solo te lo imaginaste", agregó Sofía, riendo.
A partir de ese momento, Chepito decidió que haría algo diferente. En vez de rendirse, empezó a crear historias aún más sorprendentes. Un día trajo un frasco lleno de burbujas brillantes.
"¡Miren! Estas burbujas son de la luna. ¡Si las reviento, se escucha la canción de las estrellas!"
Los chicos empezaron a reírse aún más. Hasta que un día, cansado de no ser creído, Chepito se sentó en el suelo y pensó.
"Quizás no debo contar más historias", murmuró.
Esa misma tarde, la maestra de la escuela anunció una feria de ciencias en la que cada alumno debía presentar un invento. Chepito comenzó a pensar en algo sorprendente. Después de pensar mucho, decidió usar su imaginación para crear un 'Detector de Historias Verdaderas'.
"Si la gente no cree mis historias, ¡haré un instrumento que lo confirme!", se dijo.
Durante semanas, trabajó en su invento. Recolectó materiales, improvisó con cajas, papel y hasta luces de colores. Cuando llegó el día de la feria, Chepito estaba nervioso.
Al llegar, sus amigos se dieron cuenta de que algo especial estaba pasando. Chepito presentó su invento en el escenario.
"¡Hola a todos! Hoy les mostraré el Detector de Historias Verdaderas", comento con orgullo.
"Si funciona, ¡podré comprobar si lo que digo es verdad!"
FIN.