Chilomen y las habilidades únicas de la naturaleza


Chilomen era un hombre muy especial, desde pequeño había descubierto que tenía un don maravilloso: podía convertirse en mariposa cuando quisiera. Y lo mejor de todo es que no le dolía nada ni se sentía incómodo al hacerlo.

Un día, mientras volaba por el jardín de su casa, Chilomen chocó contra otra mariposa. Al principio se asustó y pensó que la había lastimado, pero para su sorpresa la otra mariposa seguía volando con normalidad.

- ¡Lo siento mucho! -dijo Chilomen acercándose a la otra mariposa-. No te vi venir. - No te preocupes -respondió la otra mariposa con una voz dulce-. Soy Chilomena. ¿Y tú? - Yo soy Chilomen -contestó él sonriendo-.

Y tengo algo que contarte: yo puedo convertirme en mariposa cuando quiero. Chilomena abrió sus grandes ojos y miró a Chilomen con admiración. - ¡Eso es increíble! -exclamó ella-.

Yo siempre he querido ser como las personas y caminar sobre dos patas, pero nunca he podido hacerlo. Chilomen entendió entonces que cada uno tenía habilidades especiales y únicas. Él podía transformarse en una hermosa mariposa y volar libremente por el cielo, mientras que Chilomena tenía otras cualidades igualmente valiosas.

Desde ese momento los dos amigos comenzaron a pasar tiempo juntos. A veces se encontraban en el jardín de las flores más bonitas del vecindario o cerca de un estanque donde solían bañarse los pájaros.

Chilomen y Chilomena compartían sus experiencias y aprendían el uno del otro. Un día, mientras volaban juntos por el bosque cercano, se encontraron con un grupo de orugas que estaban comiendo las hojas de los árboles. - ¡Hola! -saludó Chilomen-.

¿Qué están haciendo? - Estamos alimentándonos para poder convertirnos en mariposas como tú -respondió una de las orugas. Chilomena entonces recordó su deseo de ser como los humanos y caminar sobre dos patas.

Y fue en ese momento cuando tuvo una idea brillante:- ¿Por qué no hacemos un trato? -propuso ella-. Yo les enseño a caminar sobre dos patas y ustedes nos ayudan a construir un refugio donde podamos protegernos cuando llueva demasiado fuerte. Las orugas aceptaron el trato encantadas.

Y así comenzó una amistad entre ellos que duraría por siempre. Chilomen comprendió entonces que la diversidad es lo que hace al mundo más hermoso. Cada persona o animal tiene algo especial que le hace único e irrepetible.

Y eso es precisamente lo que hace la vida tan emocionante: descubrir nuevas habilidades y aprender de los demás.

Desde aquel día, Chilomen siguió siendo capaz de transformarse en mariposa cuando quisiera, pero también aprendió a valorar otras cosas importantes en la vida: la amistad, el respeto hacia los demás y la importancia de trabajar juntos para lograr objetivos comunes.

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