Chispi y el Gran Día de la Escuela
Chispi era una perrita muy amorosa, con un pelaje suave y dorado que brillaba bajo el sol. Cada tarde, después de que su dueña, Mica, una profesora de primaria, volvía de la escuela, Chispi la esperaba en la puerta de casa moviendo su cola con una alegría inmensa. Ella sabía que esos momentos eran sus favoritos: Mica se acomodaba en el sillón y Chispi se sentaba en su regazo, donde se quedaba dormida mientras Mica le contaba lo que había pasado en su día.
Una tarde, mientras Mica le explicaba emocionada sobre un nuevo proyecto que había planeado para sus alumnos, Chispi, con sus ojos brillantes, pareció entender cada palabra.
"¿Sabes, Chispi? Hoy hablaremos sobre el cuidado de los animales en clase. Quiero que los chicos comprendan lo importante que somos para el bienestar de las mascotas y cómo hay que quererlas y cuidarlas".
Chispi movió la cola, como si estuviera diciendo: "¡Sí, sí!".
Pero esa semana, Mica notó que uno de sus alumnos, Lucas, se comportaba de manera extraña. No participaba en clase, y, aunque todos los demás hablaban sobre sus mascotas, él solo miraba al suelo.
Un día, Mica decidió preguntarle:
"Lucas, ¿te gustaría compartir algo sobre tu mascota?"
Lucas solo encogió los hombros y murmuró:
"No tengo mascota..."
Mica se sorprendió.
"¿Por qué no?"
"Mis papás dicen que son mucha responsabilidad. No puedo tener uno".
Esa noche, Mica no pudo dejar de pensar en Lucas. Se le ocurrió una idea. A la mañana siguiente, llevó a Chispi a la escuela. La perrita esperaba en el pasillo, feliz de ver a tantos niños.
Cuando Mica llevó a Chispi al aula, todos los chicos gritaron de emoción. Chispi se puso a dar saltitos y se acercó a Lucas, que estaba al final de la fila.
"Mirá, Lucas. Chispi es muy amable y le encanta jugar. Si querés, puedes acariciarla".
La cara de Lucas se iluminó cuando la perrita se acercó a él, moviendo la cola.
"¿De verdad puedo?"
"Sí, claro, ella es tu amiga".
Lucas se inclinó y acarició el suave pelaje de Chispi. En ese momento, la perrita le dio un lametazo en la mano. Todos los niños rieron y aplaudieron.
A partir de ese día, Chispi se volvió parte de la clase. Los chicos aprendieron a cuidar de ella, y cada semana, uno de ellos podía llevarla a pasear. Así, Lucas se convirtió en el primero en querer llevarla, y poco a poco, comenzó a abrirse.
"Cada vez que cuido de Chispi, siento que tengo un poco de responsabilidad y también mucha felicidad".
Con el tiempo, Lucas empezó a hablar más en clase, y los demás niños comenzaron a incluirlo en sus juegos, gracias a Chispi.
Al finalizar el proyecto, Mica les pidió a los chicos que hicieran un dibujo sobre lo que habían aprendido.
El día de la presentación fue mágico. Cada uno de los niños mostró su trabajo, pero Lucas sorprendió a todos con un gran cartel hecho por él:
"Cuidar a los animales es cuidar nuestra amistad".
Mica sintió una inmensa felicidad al verlo brillar frente a la clase.
"Lucas, ese mensaje es muy importante. Las mascotas son parte de nuestra familia".
Aquel año, Mica y sus alumnos no solo aprendieron sobre el cuidado de los animales, sino que también hicieron un gran amigo en Lucas, que se volvió el más entusiasta del grupo.
Y cada vez que Chispi esperaba a Mica a la salida de la escuela, sabía que había tocado el corazón de todos con su amor.
Así, en un pequeño salón de clases, los chicos aprendieron que el amor y la amistad pueden cambiar vidas, así como lo hizo Chispi con ellos.
FIN.