Chispita y el Bosque de la Amistad
Había una vez una hada llamada Chispita, que vivía en un bosque mágico lleno de colores brillantes y flores que hablaban. Chispita era conocida por su belleza, pero más aún por su nobleza y amor hacia los demás. Siempre estaba dispuesta a ayudar a los niños y jugar con ellos en el claro del bosque.
Un día, mientras Chispita volaba entre las flores, escuchó risas. Sigilosamente, se acercó y vio a un grupo de niños jugando a la orilla de un arroyo. Ella sonrió y decidió unirse a ellos.
"¡Hola, amigos!" - exclamó Chispita mientras se posaba en una rama cercana.
Los niños se dieron vuelta y asombrados dijeron:
"¡Wow! ¡Es un hada!" - gritó una niña llamada Sofía.
"¡Hola, Chispita! ¿Querés jugar con nosotros?" - añadió un niño llamado Tomás.
Chispita comenzó a jugar con ellos, haciendo volar hojas como si fueran cometas y creando burbujas de colores que floteaban en el aire. Pero de repente, escucharon un sollozo.
"¿Qué es ese ruido?" - preguntó Chispita preocupada.
Siguiendo el sonido, encontraron a un conejito atrapado entre unas ramas.
"¡Ayuda!" - lloraba el conejito. "No puedo salir y tengo miedo."
Chispita, con su corazón lleno de bondad, se acercó al conejito.
"¡No te preocupes, pequeño! Te ayudaremos a salir. ¿Verdad, amigos?" - dijo Chispita.
Los niños se pusieron a trabajar juntos. Sofía y Tomás sostenían las ramas mientras Chispita usaba su magia para despejar el camino. Después de un rato, lograron liberar al conejito.
"¡Muchas gracias!" - dijo el conejito aliviado. "Ustedes son los mejores amigos que podría tener."
"¡Y tú también!" - exclamó Chispita sonriendo. "¡La amistad es lo más importante!"
Al día siguiente, Chispita decidió que quería hacer más amigos en el bosque. Entonces, voló por todo el lugar, presentándose a todo aquel que encontraba. Conoció a una tortuga llamada Lila y a un pájaro llamado Pico. Todos se hicieron amigos rápidamente. Pero algo curioso pasó. Cada vez que Chispita estaba con uno de ellos, parecía que olvidaba a los demás.
"¡Ay! No quiero ser una amiga egoísta. Debo asegurarme de compartir mi tiempo con todos" - pensó Chispita un día mientras miraba a sus amigos.
Decidió que organizaría una gran fiesta en su árbol favorito para que todos pudieran reunirse. Preparó todo lo que pudo: decoraciones, un delicioso pastel de flores y música alegre. El día de la fiesta, todos estaban emocionados. Sin embargo, cuando los amigos llegaron, se dieron cuenta de que no estaban tan cómodos. Cada uno se sentía un poco marginado porque había estado pasando tanto tiempo con los otros.
Chispita, al notar esto, se sintió triste.
"Chicos, sé que quizás no he estado presente para todos por igual. Pero cada uno de ustedes es importante para mí y me gustaría que todos nos divirtamos juntos. ¿Qué les parece si jugamos a un juego donde todos participemos?" - sugirió Chispita, con una chispa de esperanza en sus ojos.
Los amigos asintieron, y Chispita organizó un juego donde cada uno podía destacar sus habilidades. Sofía pintó a todos como esculturas, Lila enseñó a los niños a bailar, y Pico hizo que el aire se llenara de hermosas melodías. Juntos, la fiesta se volvió un espacio de risas y alegría donde todos se sintieron valorados.
Al final del día, todos se sentaron bajo las estrellas y Chispita compartió su lección:
"La amistad no se trata de ver a quién queremos más, sino de cuidar y valorar a cada uno de nuestros amigos. Aunque yo soy un hada, puedo cometer errores también, y lo más importante es aprender de ellos."
Agradecidos, todos abrazaron a Chispita, sintiendo que el bosque estaba más unido que nunca. Desde entonces, Chispita no solo jugaba y ayudaba a los niños, sino que también aseguraba que todos tuvieran un lugar especial en su corazón.
Y así, en el Bosque de la Amistad, Chispita y sus amigos vivieron felices, siempre recordando que compartir y valorar a cada uno de ellos era el verdadero tesoro de la amistad.
FIN.