Chispita y el rescate de los colores



Había una vez, en las hermosas montañas de la cordillera de la Patagonia, un pequeño colibrí llamado Chispita. Chispita era muy especial porque tenía unas alas multicolores y podía volar a una velocidad impresionante.

Un día, mientras revoloteaba entre las flores del bosque, Chispita encontró un mensaje atado a una rama. El mensaje decía: "Ayuda. Las montañas están tristes y necesitamos tu ayuda para alegrarlas".

Sin pensarlo dos veces, Chispita decidió emprender un viaje para descubrir qué le pasaba a las montañas. Volando rápidamente por los valles y desfiladeros, Chispita llegó al corazón de las montañas. Allí se encontró con el imponente Cerro Fitz Roy, que parecía estar apagado y sin vida.

Al acercarse, escuchó un susurro proveniente del cerro: "-Hola colibrí, estoy triste porque nadie me visita ni admira mi belleza". Chispita comprendió que el Cerro Fitz Roy necesitaba sentirse valorado y admirado.

Así que decidió organizar un festival en honor al cerro para que todos pudieran conocer su grandeza. Invitó a pájaros de todos los rincones del mundo para que cantaran melodías hermosas frente al cerro. El día del festival llegó y el Cerro Fitz Roy estaba lleno de vida.

Los pájaros cantaban sus canciones más bonitas mientras Chispita volaba alrededor llevando alegría a todas partes. La música resonaba entre las montañas y poco a poco, el cerro comenzó a brillar con fuerza.

Entonces, Chispita se dio cuenta de que había otro mensaje escondido en el festival. Decía: "Gracias por devolvernos la alegría. Ahora necesitamos tu ayuda para protegernos de los incendios forestales".

Sin perder tiempo, Chispita decidió poner manos a la obra y ayudar a las montañas a mantenerse seguras. Volando rápidamente hacia los bosques más cercanos, Chispita alertó a todos los animales y juntos trabajaron arduamente para prevenir los incendios forestales. Apagaban pequeños fuegos, plantaban árboles nuevos y cuidaban del entorno natural.

Con el paso del tiempo, las montañas de la Patagonia volvieron a ser un lugar lleno de vida y color.

Los animales vivían felices en sus hogares naturales gracias al esfuerzo de Chispita y su valentía para enfrentar cualquier desafío. Desde ese día, cada vez que alguien visitaba las montañas de la Patagonia, podía ver cómo Chispita volaba entre las flores llevando mensajes de amor y esperanza.

Y así, el colibrí se convirtió en un símbolo eterno de la belleza y protección de la naturaleza. Y colorín colorado, esta historia ha terminado. Pero recuerda siempre escuchar el llamado de aquellos que necesitan nuestra ayuda y trabajar juntos para proteger nuestro hermoso planeta.

FIN.

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