Churi, el Cóndor Valiente



Había una vez en las majestuosas montañas de los Andes, una pareja de cóndores que soñaban con tener un hijo. Su amor era tan grande que todos los animales del valle lo podían sentir.

Un buen día, la cóndor mamá encontró un hermoso huevo en su nido. "¡Mirá lo que encontramos, cariño!"- exclamó llena de alegría. El cóndor papá, con gran entusiasmo, respondió: "¡Es nuestro pequeño milagro!"- Con mucho cuidado, ambos se turnaban para calentar el huevo y cuidarlo.

Pasaron los días, y un día, el huevo comenzó a agrietarse. "¡Mirá! ¡Está a punto de nacer!"- gritó la mamá. Con un último esfuerzo, el pequeño cóndor, a quien llamaron Churi, salió del huevo, estirando sus alas por primera vez. "¡Hola, mundo!"- chirrió con alegría.

Churi creció lleno de amor y enseñanzas. Sus padres le enseñaron a volar alto y mirar el mundo desde las nubes. "El cielo es tu hogar, Churi. No temas a las alturas"- repetía su papá. "Y siempre recuerda ayudar a quienes lo necesiten"- añadía su mamá mientras revoloteaban por los hermosos paisajes.

Pero un día, algo inesperado ocurrió. La mamá cóndor empezó a sentirse mal y su papá también. "Oh no, mamá, ¿qué te pasa?"- preguntó Churi, preocupado.

"Solo necesitamos descansar un poco, hijo"- trató de tranquilizarla la mamá. Pero los días pasaron y ambos cóndores seguían sin poder volar. Churi, angustiado, se dio cuenta de que debía hacer algo.

Decidido a salvar a sus padres, Churi se acordó de todas las enseñanzas. Viajó al bosque en busca de la fruta más rica. "Si no pueden volar, les llevaré lo mejor del mundo"- pensó. En su camino, se encontró con un viejo búho que lo ayudó a identificar las mejores frutas.

"¿Dónde vas, pequeño cóndor?"- le preguntó el búho.

"A buscar comida para mis padres, no pueden volar"- respondió Churi con determinación.

"Entonces, sigue ese camino, hay un frutal lleno de delicias."- indicó el búho.

Y así fue que Churi voló hasta el frutal lleno de colores vibrantes. Tomó las frutas más brillantes y nutritivas que encontró, llenando su pequeño pico. Con mucho esfuerzo, regresó a su nido. "Mamá, papá, miren lo que traigo para ustedes!"- anunció mientras dejaba caer las frutas frente a ellos.

Los cóndores, al ver la comida, sintieron una chispa de esperanza. "¡Oh, Churi, qué buen hijo eres!"- dijo su papá. Con mucho amor, los cóndores comenzaron a comer.

Pasaron los días y, poco a poco, los cóndores recuperaron su fuerza. "¡Lo lograste, hijo!"- exclamó la mamá cóndor, con ojos brillantes.

"Siempre recordé lo que me enseñaron"- dijo Churi sonriendo.

Finalmente, un día, sus padres estaban completamente recuperados. "Hoy volaremos juntos ¿te gustaría?"- preguntó el papá cóndor. "¡Sí, sí!"- gritó Churi, emocionado.

Juntos, los tres cóndores remontaron vuelo, surcando el cielo azul. "El cielo es nuestro hogar, y siempre debemos cuidarlo y ayudarnos mutuamente"- dijo la mamá cóndor. Y así, Churi aprendió que la bondad, la valentía y el amor siempre prevalecen, especialmente en una familia.

Desde ese día, Churi y sus padres se aseguraron de compartir su felicidad y ayudar a otros en la montaña, recordando que, en la vida, el amor y los buenos actos siempre hacen la diferencia. Y así, Churi se convirtió en el cóndor que volaba más alto, no solo en el cielo, sino también en los corazones de todos.

FIN.

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