Cielo, Celeste y el Oso Hormiguero



En el corazón del antiguo bosque Fondazo, donde los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo, vivía una pequeña familia de hormigas. Eran hormigas trabajadoras, siempre unidas y siempre atentas. La madre hormiga y el padre hormiga tenían dos hijas: Cielo, la mayor, con sueños grandes y un espíritu aventurero, y Celeste, la pequeña, curiosa y llena de energía. Juntas, formaban un equipo perfecto.

Un día de primavera, mientras recolectaban hojitas para llevar a su hogar, Cielo miró hacia el horizonte y dijo con entusiasmo:

"¡Mirá, Celeste! Ese árbol es enorme, podemos subir y ver todo el bosque desde ahí. Vamos a explorar."

Celeste, con sus ojos brillantes, apoyó la idea:

"¡Sí, sí! Quiero ver desde arriba. Vamos, hermana."

Las dos hormigas decidieron que ese sería su día de aventura. Mientras subían por el tronco del árbol, apenas notaban una sombra que se acercaba. Era un oso hormiguero, con un aire travieso y un guiso de hambre en su pancita.

"¡Oh, qué ricas! Dos hormiguitas en mi camino. Esto es un gran almuerzo", murmuró el oso con una sonrisa ancha.

Cielo, espantada, gritó:

"¡Celeste, tenemos que bajar!"

Pero Celeste, con su curiosidad intacta, le preguntó al oso:

"¿Por qué quieres comernos? No somos solo un bocado, somos un equipo. ¿No hay algo más rico para ti en el bosque?"

El oso se detuvo en seco. Nadie le había hablado así. Cielo, sorprendida, mostró su valentía:

"¡Es verdad! Somos inmensas en vida, en amistad y en trabajo para el bien común. ¿No podrías hacerlo diferente?"

El oso se quedó pensativo. Había comido hormigas antes, pero nunca había pensado en lo que significaban para el ecosistema.

"Siempre he vivido pensando solo en mí," admitió, bajando la mirada.

Las hermanas intercambiaron miradas, y Cielo tuvo una idea:

"Podemos mostrarte lo que hacemos. Ayudamos a hacer crecer el bosque así como nosotros crecemos. Te gustaría?"

El oso, intrigado, hizo una pausa y dijo:

"De acuerdo. Muéstrenme cómo trabajan las hormigas. Pero, sobre todo, muéstrenme cómo es ese bien común del que hablan."

Y así, comenzó una inusual amistad. Justo cuando Cielo y Celeste pensaban que su aventura se había vuelto un poco extraña, empezaron a enseñarle al oso sobre su vida.

Las hermanas explicaron cómo recolectaban alimento para su colonia, cómo cuidaban a las crías y mantenían el hogar ordenado. El oso, por su parte, compartió cosas que había aprendido a lo largo de los años. Les contó sobre las plantas que podían ayudar a crecer más fuertes, que podían dar sombra en los días calurosos.

"Nunca pensé que pudieran ser tan geniales", se sorprendió el oso. "Siempre pensé que eran solo para comer."

Cielo y Celeste comenzaron a desarrollar algo más, los tres decidieron trabajar juntos. Colaboraron en la creación de un pequeño jardín comunitario donde las hormigas podían cultivar. Usaron el conocimiento del oso para lograr que el lugar fuera aún más fértil.

Pasaron semanas de risas, trabajo y amistad. La familia hormiga ahora tenía un nuevo amigo que, aunque era diferente y más grande, adoraba ayudar y aprender de ellas. Las tres mascotas del bosque se esforzaron por crear un entorno armonioso donde todos pudieran prosperar.

Sin embargo, un día, mientras trabajaban en el jardín, un fuerte viento sopló, derribando algunas plantas y desordenando todo. Las hormigas, preocupadas, comenzaron a correr para organizar el caos.

"¡Vamos, hay mucho por hacer!" gritó Cielo.

"¡Juntos podemos resolverlo!" agregó Celeste.

El oso hormiguero, al ver la desesperación de sus pequeñas amigas, se sintió querido por ellas y decidió ayudar a restaurar el jardín. Con su gran tamaño, comenzó a usar su cuerpo para proteger a las hormigas de las ráfagas y rápidamente comenzaron a unir sus fuerzas.

"¡Con fuerza y amistad podemos levantar estas plantas otra vez!" dijo el oso animado.

Finalmente, el jardín fue restaurado, y no solo eso: aprendieron que, a veces, lo que parece ser un problema, es solo una oportunidad para demostrar su unión y amistad.

Desde aquel día, Cielo, Celeste y el oso formaron un equipo imparable en el antiguo bosque Fondazo. Entre aventuras y desafíos, aprendieron que la superación personal y el bien común son más importantes que cualquier bocado como un oso hormiguero mejor amigo.

FIN.

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