Cielo Lluvia y el Misterio de la Ciudad Dormida



Era una mañana gris y lluviosa en Nueva York. Las gotas caían suavemente sobre las ventanas, mientras Cielo Lluvia, una joven aventurera, se despertaba en su acogedor departamento. Su gata, Jardred, dormía profundamente en su cama, soñado con aventuras en un mundo de ratones y palomas.

- ¡Buenos días, Jardred! - dijo Cielo, mientras acariciaba la cabeza de su amiga felina.

- Miau... - respondió Jardred, estirándose y abriendo los ojos lentamente.

Cielo siempre encontraba en esos momentos el impulso para comenzar el día. A pesar del clima, sabía que en la ciudad había aventuras esperando ser descubiertas. Ese día, Cielo decidió explorar la hermosa Central Park, el pulmón de la ciudad.

- ¡Vamos, Jardred! Puede que encontremos algo mágico en el parque. - dijo emocionada Cielo, mientras su gata, algo reticente, se estiraba a un lado y saltaba al suelo.

Cuando Cielo y Jardred llegaron al parque, la lluvia había formado pequeños charcos que reflejaban los colores grises del cielo. De repente, algo brilló entre los árboles.

- ¿Ves eso, Jardred? - señaló Cielo. - Parece que hay algo especial allí.

- Miau... - no estaba segura, pero sus instintos gatunos la impulsaban a seguir.

Ambas se acercaron y encontraron una antigua brújula brillando en el barro. Cielo la levantó con curiosidad.

- ¡Mirá qué linda! - exclamó Cielo. - Tal vez nos guíe hacia una aventura.

- Miau... - Jardred la miró con desconfianza, pero Cielo estaba lista para seguir adelante.

Siguiendo las indicaciones de la brújula, se encontraron en una parte más tranquila del parque, donde un grupo de niños jugaba a construir una ciudad de barro.

- ¡Hola! - los saludó Cielo. - ¿Puedo unirme a ustedes?

- ¡Claro! - respondió un niño con una gorra roja. - Estamos construyendo una ciudad de sueños. ¿Quieres ayudar?

- Soy buena haciendo edificios. - dijo Cielo, entusiasmada.

Jardred se sentó a observar, mientras Cielo se unía al juego. Durante horas, construyeron casas, puentes y ríos. Pero, de repente, un gran viento sopló, derribando todo lo que habían hecho.

- ¡Oh, no! - exclama Cielo. - Ahora todo está perdido.

- No te preocupes, podemos volver a hacerlo. - dijo la niña con un vestido azul.

- Sí, no hay que rendirse. - añadió el niño de la gorra roja.

Cielo miró a su alrededor. Había lágrimas en su rostro, pero algo en su interior le decía que debía intentarlo de nuevo.

- Tenés razón. Vamos a hacer una ciudad aún mejor. - sonrió Cielo, decidida.

Trabajaron juntos, y esta vez solidificaron su obra. Cielo aprendió que la unión hacía la fuerza y que no debía rendirse ante los desafíos. Cuando la ciudad estuvo lista, el sol apareció entre las nubes y un arcoíris se formó sobre ellos.

- Miren, ¡hemos creado una ciudad de sueños bajo la lluvia! - gritó Cielo emocionada.

- ¡Es hermosa! - añadió Jardred, que había decidido unirse al juego con un salto.

Los niños aplaudieron, y en ese momento Cielo sintió que todo el esfuerzo valía la pena. Se despidieron de los nuevos amigos y regresaron a casa con el corazón lleno de alegría.

- Cada día es una nueva aventura, Jardred. - le dijo Cielo al regresar.

- Miau, seguro que el próximo será aún más emocionante. - respondió Jardred, mientras se acurrucaba nuevamente en la cama para descansar.

Cielo sonrió, sabiendo que siempre habría un nuevo día para explorar y aprender. La lluvia no había sido un obstáculo, sino una oportunidad para descubrir su fuerza y creatividad. Fue un día para recordar, lleno de risas y compañerismo.

FIN.

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