Cima Morton y la Búsqueda del Peluche Perdido



Era un día soleado en la pequeña ciudad de Colibrí, donde vivía Cima Morton, una niña valiente y curiosa. Cima tenía un peluche especial llamado Pelusín, que la acompañaba en todas sus aventuras. Un día, al despertar, Cima se dio cuenta de que Pelusín había desaparecido. El corazón de Cima latió fuerte mientras buscaba entre las sábanas y debajo de la cama.

"¡Pelusín! ¿Dónde estás?" - gritó Cima, sin recibir respuesta.

Decidida a encontrarlo, se vistió rápidamente y salió de su casa. Cima recorrió el jardín, pero no había rastro de su querido amigo.

"Quizás se fue a explorar el mundo", pensó Cima, esperanzada.

Caminó por el vecindario, preguntando a sus amigos y vecinos si habían visto a Pelusín.

"¿Viste a mi peluche? Es muy suave y tiene una gran sonrisa" - le preguntó a su amiga Ana.

"No lo he visto, Cima. Pero estoy segura de que lo encontrarás" - respondió Ana, algo preocupada.

Después de un par de horas de búsqueda incesante y sin éxito, Cima se sintió triste y agotada. Se sentó en un banco del parque, con la cabeza agachada.

De repente, una brisa suave hizo que las hojas de los árboles susurraran. Y entre ellas, apareció un hada brillante con alas de colores.

"¡Hola, Cima!" - dijo el hada con una voz dulce. "¿Por qué estás tan triste?"

"He perdido a mi peluche, Pelusín. No sé dónde buscar más" - respondió Cima, con lágrimas en los ojos.

El hada sonrió y se acercó. "A veces, las cosas que más queremos parecen escaparse, pero no debes rendirte. La perseverancia es clave en cualquier búsqueda".

"Pero ya he buscado en todos lados..." - se quejó Cima, sintiéndose frustrada.

"¿Has mirado en lugares nuevos? a veces, lo que buscamos está más cerca de lo que pensamos. ¡Acompáñame!" - dijo el hada, guiándola.

Juntas, comenzaron a explorar los lugares que Cima nunca había considerado. Primero, fueron al árbol más grande del parque, donde a menudo se subía a jugar.

"¡Quizás Pelusín esté en la cima del árbol!" - propuso el hada.

Cima miró y decidió treparse. Una vez en la cima, su corazón latía con emoción... pero no encontró a Pelusín. Siguieron buscando en una cueva pequeña, en el estanque, y hasta preguntaron a los pájaros si habían visto al peluche. Pero nada.

Cima empezaba a desanimarse. "No sé si puedo seguir buscando..."

"Recuerda lo que te dije, Cima. No te rindas. Cada búsqueda tiene su recompensa. A veces, requiere un poco más de esfuerzo, pero lo merecerá" - le dijo el hada con una sonrisa alentadora.

Cima tomó una profunda bocanada de aire. Se imaginó a Pelusín esperándola con una sonrisa alegre. Decidió que no iba a rendirse tan fácilmente. Volvieron a la ciudad y, mientras se alejaban del parque, escucharon un suave sonido. Algo en el arbusto se movía.

"¡Mira!" - exclamó el hada, señalando.

Cima se acercó rápidamente, y su corazón dio un brinco. ¡Era Pelusín! Apenas lo vio, lo abrazó fuertemente. "¡Lo encontré! Gracias, hada. ¡No habría podido hacerlo sin vos!"

El hada se sonrojó de felicidad. "Lo hiciste tú, Cima. Tu perseverancia y valentía te llevaron hasta él. A veces, sólo necesitamos un pequeño empujón para continuar. Recuerda siempre eso".

Cima sonrió y, con Pelusín en brazos, se despidió del hada. Al regresar a casa, Cima sintió que había aprendido algo valioso. Ya no tenía miedo a perder cosas. Sabía que, a pesar de las dificultades, nunca debía rendirse. Y así, Cima se convirtió en una buscadora incansable de aventuras, siempre con Pelusín al lado y la magia de la perseverancia en su corazón.

FIN.

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