Circulín y el Sueño de Transformarse



En un hermoso rincón del Jardín Geométrico, habitaban figuras muy peculiares. Allí se encontraban triángulos, cuadrados, rectángulos y, por supuesto, el simpático y redondito Circulín.

Circulín era un círculo con una gran sonrisa, pero había algo que lo mantenía inquieto. Todas las figuras con lados rectos siempre se reían de él por ser diferente.

"¡Mirá a Circulín! ¡Siempre rodando y jamás se queda quieto!" - se burlaban los cuadrados.

A pesar de ser un círculo alegre y divertido, esas burlas empezaron a afectar su corazón.

"Quiero dejar de rodar y convertirme en un cuadrado o un triángulo. Así, quizás ya no se burlen de mí" - pensó Circulín una noche mientras miraba las estrellas.

Al día siguiente, decidido a cambiar, Circulín fue a buscar ayuda. Se encontró con Triángulo, que estaba jugando en el jardín.

"Triángulo, ¿cómo puedo hacer para tener lados rectos como vos?" - preguntó Circulín.

"Es simple, Circulín. Solo tenés que dejar de rodar y esforzarte por ser como nosotros" - respondió Triángulo.

Circulín, con entusiasmo, probó concentrarse y dejar de rodar. Sin embargo, mientras intentaba mantenerse firme, comenzó a rodar de nuevo y se cayó al suelo.

"¡Ay, esto es más difícil de lo que pensé!" - se lamentó.

Así pasó el día, y al caer la noche, Circulín se sintió triste. De repente, un anciano Rectángulo se acercó.

"¿Qué te pasa, Circulín?" - preguntó con voz suave.

"Quiero ser un rectángulo como vos, para que las demás figuras no se rían de mí" - confesó Circulín.

"Pero, Circulín, ser diferente no es algo malo. Cada figura tiene su propia belleza, y esos que se burlan no entienden lo valioso que sos. Mira, yo también solía querer ser redondo, como vos. Pero aprendí que mi forma tiene su propia magia" - dijo Rectángulo, sonriendo.

Circulín reflexionó sobre las palabras de Rectángulo.

"¿De verdad crees que ser un círculo es especial?" - preguntó con esperanza.

"¡Por supuesto! Además, tus amigos te quieren tal como sos. Limitarse solo a una forma no sería divertido. ¡Cada figura tiene su lugar en este jardín!" - respondió Rectángulo.

Inspirado por el anciano, Circulín decidió dejar de preocuparse por parecerse a los demás. Esa noche, mientras todos los demás dormían, él decidió rodar libremente por el jardín, disfrutando de su forma única.

A la mañana siguiente, todos se sorprendieron al ver a Circulín girar y bailar alegremente.

"¡Mirá a Circulín! ¡Está divirtiéndose!" - exclamó un Triángulo.

"¡Qué increíble es su danza!" - añadió un Cuadrado.

Las figuras comenzaron a unirse, creando una fiesta en el Jardín Geométrico.

"¡Es cierto! No necesitamos ser iguales para divertirnos juntos" - dijo un Rectángulo.

Desde ese día, Circulín se convirtió en el alma de la fiesta, demostrando que su forma era perfecta tal como era.

"Gracias, Rectángulo, por hacerme entender que ser único es lo que me hace especial!" - exclamó, mientras todos bailaban en el jardín.

Y así, Circulín aprendió a aceptarse y a valorar su individualidad, convirtiéndose en un ejemplo de amor propio para todos los habitantes del Jardín Geométrico.

En este jardín lleno de figuras, todos aprendieron que ser diferentes es lo que realmente los une y los hace divertidos. ¡Y fue así como Circulín nunca dejó de rodar, y todos dejaron de reír para unirse a su mágico baile!

FIN.

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