Clara y el Dragón Solitario
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, Clara miraba al cielo cada noche, maravillada por las estrellas. Pero algo extraño estaba sucediendo: cada mañana, menos estrellas brillaban en la oscuridad. Los habitantes del pueblo murmuraban preocupados, temiendo que un maleficio las estuviera robando.
Una noche, mientras caminaba por el bosque, Clara escuchó un suave llanto que provenía de detrás de unos arbustos. Con curiosidad pero un poco asustada, se acercó y vio a un dragón. Era grande, de escamas verdes como el musgo, y tenía unos grandes ojos tristes.
"¿Quién eres?"- le preguntó Clara, temblando un poco.
"Soy Drago. He estado recogiendo estrellas para hacer mi nido. Me siento solo, y creí que si llenaba mi hogar de estrellas, tal vez así encontraría compañía"- respondió el dragón con una voz suave que resonaba como el murmullo de un arroyo.
Al principio, Clara sintió miedo. Pero cada vez que miraba a los ojos de Drago, veía su tristeza. ¡No era un monstruo! Era un ser que solo deseaba amistad.
"¿Por qué no me pediste ayuda?"- le dijo Clara con una sonrisa.
Drago se encogió de hombros.
"Nadie me comprende. Todos me temen"- admitió el dragón, mirando al suelo.
Clara pensó en cómo podían ayudar a Drago. Entonces, una idea brilló en su mente.
"¡Vamos a buscar amigos!"- exclamó emocionada.
Así, Clara comenzó a pedirle ayuda a los niños del pueblo. Les contó sobre Drago y cómo solo quería compañía. Al principio, algunos dudaron y otros se asustaron, pero al final, Clara convenció a unos pocos valientes a que la acompañaran.
"¡Hola!"- gritó Clara cuando llegaron al lago donde Drago esperaba.
Los niños miraron al dragón con curiosidad y un poco de miedo.
"No tengan miedo. Soy Drago, y solo quiero amigos"- dijo el dragón, intentando sonar amigable.
Uno de los niños más pequeños, Tomás, dio un paso adelante.
"Yo quiero ser tu amigo, Drago"- dijo valiéndose de su valentía.
Drago sonrió por primera vez.
"¿De verdad?"- preguntó, con una chispa de esperanza en sus ojos.
"Sí, pero solo si prometes no robar más estrellas"- añadió Clara.
Drago asintió con la cabeza.
"Lo prometo. Solo quería compartirlas. Les puedo contar historias y volar con ustedes"- ofreció, ya mucho más animado.
Los días siguientes, Clara y sus nuevos amigos jugaron con Drago. Él les contaba historias sobre los paisajes desde el cielo y les enseñaba a volar sobre su espalda. Los niños ya no tenían miedo. Intuyeron, como Clara, que el dragón era un amigo especial.
Una noche, mientras estaban sentados frente a una hoguera, Clara tuvo otra idea brillante.
"¿Por qué no hacemos una gran fiesta bajo las estrellas?"- propuso.
La idea emocionó a todos. Prepararon comida, decoraciones y aseguraron que todos los niños del pueblo fueran invitados, incluso aquellos que habían tenido miedo de Drago. La gran noche llegó y el cielo brillaba con la luz de las estrellas. Sin embargo, Clara sabía que algunas estaban ausentes.
Cuando comenzó la fiesta, Drago se sintió un poco nervioso, pero Clara lo animó. En cuestión de minutos, los niños se acercaron a él, riendo y bailando.
"¡Miren, chicos!"- exclamó Clara. "¡Drago puede volar sobre nosotros! ¡Es seguro!"-
Los niños comenzaron a animar a Drago.
"¡Vuela para mostrarnos!"- gritaron. Drago tomó un gran impulso, alzó el vuelo bajo la luz de la luna y descendió en un espiral majestuoso. El pueblo estalló en aplausos.
Desde esa noche, el dragón ya no era un ser solitario. Los niños del pueblo no solo lo aceptaron, sino que también se convirtieron en sus amigos. A Drago se le ocurrió una idea: en vez de robarlas, los niños podían ayudar a encontrar más estrellas perdidas y traerlas de vuelta al cielo.
Dedicaron sus noches a recolectar las estrellas que caían y las colocaban en el árbol más alto del pueblo como símbolo de su amistad y de todas las aventuras por venir.
La historia de Clara y Drago se convirtió en una leyenda en el pueblo; un recordatorio de que a veces, lo que más asusta puede ser lo que más necesita amor y compañía. El cielo volvió a llenarse de estrellas, pero más importante que eso, los corazones de los niños estaban repletos de amistad.
Y así, Clara, Drago y sus amigos vivieron muchas aventuras juntos, nunca olvidando que la verdadera magia está en la amistad.
FIN.