Clara y el Misterio del Dentista



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires, y Clara, una niña de 6 años con una enorme coletita, estaba sentada en su habitación mirando un libro de cuentos. Aunque le encantaba leer, había algo que la ponía muy nerviosa: ¡su cita con el dentista!

Desde que Clara había escuchado a su amigo Lucas contarle lo que le había ocurrido en el consultorio: "Una máquina ruidosa, luces brillantes y un doctor que parecía un robot", Clara solo podía pensar en lo aterrador que sería. Así que decidió que no iría.

Clara se escondió detrás de su cama cuando su mamá entró.

"Clara, hoy tenemos que ir al dentista. Es muy importante cuidar tus dientes", le dijo su mamá con voz suave.

"Pero, mami, ¡me da miedo!", respondió Clara, con los ojos muy abiertos.

"Entiendo, linda. Pero tengo una idea. Vamos a hacer un juego. El dentista no es un monstruo, es un amigo que cuida de tus dientes. ¡Seremos exploradoras del mundo dental!", propuso su mamá.

Clara miró a su mamá intrigada.

"¿Exploradoras? ¿Cómo es eso?", preguntó.

"Así es. Vamos a buscar tesoros. Cada diente que el dentista revise es un tesoro que tenemos que cuidar. Si te portas bien, tal vez te dé un premio al final", dijo su madre.

Clara pensó un momento y decidió que ir sería una aventura.

Al llegar al consultorio, se sintió un poco nerviosa al ver a otros niños, pero al entrar, se encontró con el Dr. Torres, un dentista con una sonrisa amplia y una bata blanca que parecía más un superhéroe que un monstruo.

"¡Hola, Clara! ¿Estás lista para la aventura?", preguntó el Dr. Torres.

"Sí... creo", dijo Clara con un hilo de voz.

"Perfecto. Vamos a explorar. Primero, déjame mostrarte mi silla mágica. Se llama ‘La Silla del Valiente’. Cuando te sientas aquí, te conviertes en una heroína. ¿Te gustaría?", le pidió el dentista.

Clara sintió que su corazón latía fuerte, pero decidió ser valiente. Se sentó en la gran silla y el Dr. Torres la acomodo con un cinturón.

"¡Muy bien! Ahora vamos a empezar a revisar tus tesoros. ¿Ves esos instrumentos? Son como herramientas de un arqueólogo. Vamos a descubrir lo que hay dentro de tu boca. ¡Es todo un misterio!", dijo el dentista, mientras le mostraba un pequeño espejo en forma de estrella.

Clara estaba intrigada.

"¿De verdad hay un tesoro en mis dientes?", preguntó.

"¡Así es! Hay tres cosas que siempre encontramos: caries, manchas y algo que no debería estar, como las migas de galletas. Pero también encontramos sonrisas muy hermosas", mencionó el Dr. Torres sonriendo.

Clara comenzó a sentirse más tranquila y divertida. Con cada herramienta que utilizaba el dentista, se imaginaba descubriendo un nuevo tesoro escondido.

"Mira, Clara. Encuentro que tus dientes están muy saludables. ¡Tienes un gran tesoro aquí!", dijo él cuando terminó.

"¿Y el premio?", preguntó Clara ansiosa.

"¡Espera unos segundos!", dijo el Dr. Torres y se fue a buscar algo. Regresó con una pequeña bolsa.

"Aquí tienes, ¡es tu premio por ser una valiente exploradora!"

Clara le dio las gracias y al abrir la bolsa encontró un cepillo de dientes con forma de dinosaurio.

"¡Es hermoso!", gritó Clara, sosteniéndolo con orgullo.

"Recuerda, Clara, este es tu nuevo tesoro, cuídalo porque cuidando tus dientes, sigues siendo una exploradora", dijo el Dr. Torres.

Ella salió del consultorio sonriendo, sintiéndose como una heroína.

"Mami, ¡el dentista es un amigo! Y ahora tengo un dinosaurio que se cepilla los dientes", exclamó Clara, abrazando a su mamá.

"Ves, linda. No era tan aterrador. La próxima vez será aún más divertido", le sonrió su madre.

Clara aprendió que ir al dentista no solo es importante, sino que también puede ser una aventura maravillosa. Desde ese día, ella se convirtió en una defensora del cuidado dental, contando a todos acerca de su visita al dentista y de su nuevo cepillo de dientes dinosaurio. ¡El miedo se había transformado en una gran oportunidad de aprendizaje y diversión!

Y así, Clara eludió el miedo y abrazó la valentía, convirtiéndose en una exploradora dental reconocida en su barrio. El dentista ya no era visto como un ogro, sino como un amigo que la ayudaba a proteger su sonrisa y la de todos sus amigos.

FIN.

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