Clari y el Misterio de la Casa Abandonada
Era un día soleado en el barrio de Clari, una chica curiosa y valiente. Un rumor había comenzado a circular: en la esquina de la calle, había una casa abandonada que muchos decían que estaba embrujada. Pero Clari, en vez de sentirse asustada, comenzó a sentir una intensa curiosidad. Para ella, el miedo era solo un invitado que se iba cuando decidía enfrentar lo desconocido.
Con su mejor amigo, Tomás, decidieron explorar la casa.
"¿Estás lista, Clari?" - le preguntó Tomás, un poco nervioso.
"¡Claro! ¡Vamos a ver qué hay adentro!" - respondió Clari con una sonrisa.
Cuando llegaron a la entrada de la casa, estaban cubiertas de enredaderas y polvo. Ambos se miraron y, dando un profundo suspiro, Clari empujó la puerta que chirrió al abrirse.
"Es solo una casa vieja, Tomás. No hay nada que temer" - le dijo Clari para alentar a su amigo.
Al entrar, encontraron un gran vestíbulo, con muebles cubiertos de sábanas blancas. Las telarañas en las esquinas parecían contar historias de tiempos pasados.
"Mirá eso, parece que alguien dejó sus cosas" - comentó Tomás, señalando unas viejas fotos en la pared.
Mientras exploraban, notaron algo extraño. Un brillo provenía de una habitación en el fondo.
"¿Ves eso?" - preguntó Tomás, su voz temblorosa.
"Sí. Vamos a comprobarlo" - respondió Clari, siempre lista para la aventura.
Al entrar a la habitación, encontraron un viejo piano cubierto de polvo.
"¡Guau! Este piano se ve mágico" - dijo Tomás, al instante olvidando su miedo. Clari lo tocó suavemente y una melodía resonó en la habitación.
"Es precioso. Me pregunto quién solía tocar aquí" - comentó Clari, mientras sus dedos se deslizaban por las teclas.
De repente, escucharon un ruido detrás de ellos.
"¿Qué fue eso?" - murmuró Tomás, mirándose a los ojos.
"No te preocupes. Podría ser solo el viento" - dijo Clari, aunque un pequeño escalofrío recorrió su espalda.
Esperaban ver un fantasma, pero al girarse, vieron a un perro grande y animal que se había colado por la ventana. Clari y Tomás comenzaron a reírse.
"¡Mirá, es solo un perro!" - exclamó Clari. El perro movía la cola y parecía muy amistoso.
"¡Hola, perrito!" - dijo Tomás, agachándose para acariciarlo.
El perro, al que decidieron llamar —"Misterio" , se veía muy feliz. Juntos pasaron horas jugando y explorando la casa con él. Cada habitación revelaba un nuevo hallazgo: libros antiguos, juguetes de hace décadas y cuentos de héroes.
"¿Por qué la gente dice que esta casa está embrujada?" - se preguntó Clari.
"Quizás porque nadie viene a visitarla, y por eso los rumores crecen" - respondió Tomás.
"Pero si se limpian los lugares y a veces hay buena compañía como Misterio, podrían ser lugares maravillosos para compartir historias" - concluyó Clari.
Cuando ya era tarde, decidieron que era hora de volver a casa. Pero no sin antes hacer un pacto.
"¡Prometamos volver! Podemos transformarla en un lugar lleno de alegría y música" - sugirió Clari.
"¡Sí! ¡Haré algunos carteles y hablaré con otros chicos del barrio!" - respondió Tomás, emocionado.
Al día siguiente, un grupo de amigos se reunió en la casa abandonada. Limpiaron, pintaron las paredes y comenzaron a tocar el piano, convirtiendo el lugar en un centro de diversión y creatividad. Con el tiempo, los rumores de la casa embrujada se transformaron en cuentos de aventuras y risas.
"Todo lo que se necesita es un poco de amistad y creatividad para transformar lo que parece miedo en belleza" - dijo Clari a sus amigos.
Y así, la casa dejó de ser un lugar tenebroso para convertirse en un hogar para risas y sueños, demostrando que, enfrentando los miedos, se pueden producir cosas maravillosas.
Desde entonces, la casa no solo tenía un nombre, sino una historia: la historia de Clari, Tomás y Misterio, el perro que les enseñó que el verdadero misterio está en lo que podemos hacer juntos al enfrentar lo desconocido.
FIN.