Clarita y el Poder de Ser Invisible



Había una vez, en un barrido de un barrio colorido, una niña llamada Clarita. Clarita era una niña curiosa, llena de energía y siempre con una sonrisa brillante en su rostro. Pero un día, mientras jugaba en el jardín con sus amigos, hizo un descubrimiento extraño: un frasco con un líquido chispeante.

"¿Qué será esto?" - se preguntó. Cuando se acercó y le dio un vistazo más de cerca, decidió, sin pensarlo, probar un sorbo. En un abrir y cerrar de ojos, ¡ZAS! ¡Clarita se volvió invisible!

Al principio, Clarita se sintió emocionada. Podía correr, saltar y hacer travesuras sin que nadie la viera. "¡Soy una superheroína!" - pensó. Se escondió detrás de un árbol y comenzó a reírse.

"¡Miren, soy una fantasma!" - gritó, haciendo que sus amigos se asustaran un poco. Ellos empezaron a buscarla, pero no podían encontrarla.

"Clarita, ¿dónde estás?" - preguntó su amigo Lucas, tratando de mirar detrás de los arbustos.

Eso hizo reír aún más a Clarita. Sin embargo, después de unos minutos de diversión, se dio cuenta de que comenzar a extrañar a sus amigos. "¿Cómo puedo jugar con ellos si no puedo ser vista?" - se preguntó con tristeza.

Decidió que ya era hora de volver a ser visible. Curiosa y un poco asustada, volvió al frasco y le echó otro vistazo. Pero… ¡Vaya! El frasco estaba vacío. "Oh no, ¿qué haré ahora?" - desesperó Clarita.

Con el corazón latiendo rápido, empezó a pensar maneras de resolver su problema. Recordó que siempre ayudaba a sus amigos con sus actividades. Tal vez, pensó, podría usarse para ayudar a sus amigos. Así que, Clarita decidió volver a donde sus amigos comenzaron a pensar en cómo podría ofrecer su ayuda.

Los chicos estaban tratando de resolver un problema con un puzzle gigante que habían encontrado.

"¡Necesitamos una mano!" - exclamó Sofia, mientras intentaba encajar las piezas.

Clarita se acercó y, aunque nadie podía verla, hizo que una de las piezas se moviera. Todos se quedaron mirando, confundidos.

"¿Fue un viento o algo así?" - preguntó Lucas, mirando a su alrededor, con los ojos muy abiertos.

Clarita se sintió un poco divertida al saber que, aunque no era visible, podía ayudar a sus amigos. "¡Sí, soy yo!" - pensó, y siguió moviendo las piezas del puzzle para ayudarles.

Después de un rato, logró que todos las piezas se unieran y los amigos se quedaron sorprendidos al ver que su puzzle por fin encajaba.

"¡Clarita, sos un genia!" - volvió a exclamar Sofia.

Clarita seguía sintiéndose invisible y sola, a pesar de que sus amigos la estaban alabando. Se dio cuenta de que, aunque estaba ayudando, los demás no podían verla, y eso la ponía triste.

Entonces, decidió que sería el momento perfecto para contarles a sus amigos lo que estaba pasando. Así que, al tomar aire, les dijo:

"Chicos, soy yo, Clarita. Estoy aquí, pero no pueden verme", y les explicó cómo había tomado una sorbito del frasco y se había vuelto invisible.

Los amigos quedaron asombrados y un poco escépticos, pero eso no tuvo importancia.

"¡Eso es increíble, pero ¿cómo vas a volver a ser visible?" - le preguntó Lucas, muy preocupado.

"No lo sé, pero tengo que intentarlo. Quizás con otro sorbo o..."

FIN.

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