Érase una vez en un pueblo pequeño y colorido, donde la alegría llenaba las calles y los árboles florecían en primavera.
En este pueblo, vivía un gigante amistoso llamado Clementín.
No era un gigante convencional; a Clementín le encantaba cuidar el medio ambiente.
Su corazón era tan grande como su estatura y siempre buscaba maneras de ayudar a los demás.
Un día, mientras paseaba por el bosque, Clementín escuchó un alboroto.
Se acercó y vio a un grupo de niños que estaban preocupados.
- "¿Qué pasa, chicos?" - preguntó Clementín, agachando su enorme cabeza para estar a la altura de ellos.
- "Mirá, Clementín, encontramos un montón de basura en el parque.
No sabemos qué hacer.
.
.
" - respondió Sofía, una niña de ojos brillantes.
Clementín reflexionó un momento.
- "¿Y si usáramos las Tres R para solucionar este problema?" - sugirió.
- "¿Tres R?" - inquirió Diego, un niño curioso.
- "Sí, Reducir, Reutilizar y Reciclar.
Son tres cosas que pueden ayudarnos a cuidar nuestro entorno y a tener un planeta más limpio.
Les cuento cómo funcionan.
"
Los niños se miraron intrigados y asentaron con la cabeza.
- "Reducir significa consumir menos.
Por ejemplo, si llevamos nuestras propias botellas al parque, no necesitamos usar tantas botellas de plástico.
¿Se dan cuenta?" - explicó Clementín, señalando una botella desechada.
- "Claro, así menos plástico termina en el suelo" - asintió Sofía.
- "Exacto.
Y reutilizar, significa darle otro uso a las cosas.
En lugar de tirar una caja, ¿qué tal si la usamos para guardar juguetes o hacer una manualidad?" - continuó el gigante, mientras tomaba una caja del suelo.
Los niños comenzaron a emocionarse, y uno de ellos, Tomás, dijo:
- "Yo puedo usar botellas de plástico para hacer una maceta!"
- "¡Eso es!" - rió Clementín.
- "Y por último, reciclar.
Eso se trata de separar los materiales: papel, plástico y vidrio para que se puedan convertir en nuevos productos.
Cada vez que reciclamos, ayudamos a reducir la cantidad de basura que generamos.
"
Los niños se miraron con asombro.
- "Pero, Clementín, ¿cómo podemos hacer todo esto?" - preguntó Valentina.
- "¡Muy fácil!
Vamos a organizar un día de limpieza y enseñaremos a nuestros amigos sobre las Tres R.
Juntos, lo haremos divertido y aprenderemos a cuidar nuestro planeta.
¿Qué les parece?" - propuso el gigante con una sonrisa.
- "¡Sí!" - gritaron todos a la vez.
Así, el día siguiente, el pueblo se llenó de emoción.
Los niños, con la ayuda de Clementín, hicieron carteles coloridos que decían "Cuidemos el planeta", y salieron por todas las calles invitando a todos a participar.
Durante el evento, cada niño llevaba una bolsa de basura y recogía todo lo que encontraba: papeles, botellas, y todo tipo de deshechos.
Mientras trabajaban, Clementín les contaba historias sobre cómo era el planeta hace muchos años y cómo cada acción podía marcar la diferencia.
De pronto, mientras todos celebraban después de la recolección, un extraño sucedió.
Un grupo de adolescentes llegó y se burlaron por lo que estaban haciendo.
- "¿Para qué unirse a eso?
Es solo basura, ya la tiró alguien más, no es nuestro problema" - dijeron, riendo.
Los niños se sintieron desanimados por un momento.
Sin embargo, Clementín, viendo la situación, se acercó y dijo:
- "¿Sabían que cada pequeño esfuerzo cuenta?
A veces, ayudar a nuestro planeta puede parecer un trabajo pequeño, pero todos juntos podemos ser una gran fuerza para el cambio.
¿No es mejor vivir en un lugar limpio y hermoso?"
Los adolescentes se quedaron en silencio por un momento, pensativos.
Finalmente, uno de ellos, Lucas, dijo: - "Tenés razón, Clementín.
No había pensado en eso así.
Tal vez podríamos ayudar también.
"
Los niños sonrieron.
- "¡Sí!
Todos juntos podemos hacer una gran diferencia.
Vení con nosotros, te enseñaremos sobre las Tres R!" - Exclamó Sofía entusiasmada.
Y así, el grupo de adolescentes se unió, y no solo lograron limpiar el parque, sino que también aprendieron sobre la importancia de las Tres R.
Este acto pequeño despertó en ellos el deseo de hacer un cambio, y poco a poco, todo el pueblo comenzó a seguir el ejemplo.
Desde ese día, el pueblo de Clementín se convirtió en un lugar más limpio y hermoso, donde todos aprendieron a cuidar el planeta.
Y el gigante, con su gran corazón y acciones inspiradoras, se convirtió en el héroe del medio ambiente.
Cada vez que alguien veía una botella tirada o un papel en el suelo, recordaba lo que había aprendido con Clementín, y se aseguraba de actuar, siempre recordando las Tres R: Reducir, Reutilizar y Reciclar.
Y así, la historia de Clementín y las Tres R se convirtió en un cuento que se contaba de generación en generación, inspirando a cada niño y adulto a cuidar de su hogar, nuestro único planeta.
Fin.