Clementina y el Espíritu del Bosque
Era un día soleado cuando Clementina, una niña humilde del pueblo, salió al bosque. Tenía un sueño, quería comprar un par de zapatos nuevos, ya que los que tenía estaban tan viejos que apenas podía usarlos. Cada mañana, al despertarse, se preguntaba: "¿Cuándo tendré zapatos nuevos?"-. Pero la situación en su casa era difícil y su mamá le había dicho que necesitarían el dinero para otras cosas.
Clementina conocía un lugar lleno de castañas, su comida preferida. "Si recolecto muchas castañas, tal vez pueda venderlas y juntar el dinero para mis zapatos", pensó feliz.
Así que se dirigió al bosque. Cada vez que llenaba su canasta, sonreía imaginando cómo sería caminar con zapatos nuevos. Pero de repente, una voz suave la interrumpió.
"¿Por qué te afanas tanto, pequeña?"-
Clementina miró a su alrededor y no vio a nadie, hasta que un brillo entre los árboles la hizo mirar hacia un lado. Allí estaba un espíritu del bosque, lleno de flores y hojas.
"Soy Lía, el espíritu de este lugar. He visto cómo trabajas y me parece que tienes un hermoso sueño. Pero, ¿sabías que el bosque también tiene sueños?"-
Clementina, asombrada, respondió:"No, no lo sabía. ¿Cuál es su sueño?"-
"El bosque sueña con ser amado y cuidado. A cambio, nos ofrece frutos como las castañas. Pero cuando las tomas sin pensar, le haces daño. ¿Te gustaría aprender a compartir con la naturaleza?"-
Clementina no comprendía del todo, pero estaba dispuesta a escuchar. Lía llevó a Clementina a un rincón mágico del bosque donde vio árboles con castañas brillantes, llenos de vida.
"Si recolectas las castañas, pero también dejas algunas para el bosque, este te recompensará. Su magia despertará y te ayudará en tu camino"-, explicó Lía con una sonrisa.
Clementina asintió y, en vez de llenar su canasta hasta el tope, recogió solo lo que necesitaba, dejando el resto. Al día siguiente, al regresar al pueblo, se dio cuenta de que sus castañas eran más grandes y sabrosas que las de los otros recolectores.
"Esto es increíble", pensó.
Con la venta de su cosecha tuvo suficiente dinero para comprar sus zapatos nuevos y aún le sobró. Su corazón latía de alegría, pero también de amor por la naturaleza que la había ayudado.
Al día siguiente, decidió ir a la misma zona del bosque y llevar castañas para compartir con sus amigos. "¡Miren lo que traje!"-, les dijo emocionada. Los niños la miraban con curiosidad mientras disfrutaban de las castañas. No solo compartió las castañas, sino también la historia del bosque y Lía.
"La naturaleza nos da mucho a cambio de un poco de respeto. Prometamos cuidar de ella", sugirió Clementina.
Los niños, inspirados, comenzaron a hacer dibujos y a sembrar semillas en el bosque cercano mientras disfrutaban de las castañas. Con el paso del tiempo, la noticia de las castañas asadas de Clementina se esparció por todo el pueblo y empezó a venderlas en un pequeño puestito en la feria.
Un día, una anciana del pueblo se le acercó y le dijo:"Eres la primera Castanyera, mi niña. Tu amor por la naturaleza y tus deliciosas castañas han transformado este pueblo. ¡Sigue así!"-
Clementina sonrió y, mirada brillante, pensó en el bosque y en su amiga Lía. Con el tiempo, la feria de las castañas se convirtió en una tradición, y cada otoño, las familias del pueblo se reunían para disfrutar de las castañas asadas y celebrar a la naturaleza.
"Recordemos siempre cuidar el bosque que nos cuida a nosotros"-, decía Clementina mientras servía su famosa castañita. Y así, desde ese día, nunca dejó de compartir su amor y gratitud por la naturaleza que le había enseñado el verdadero significado de compartir, transformándose en la primera Castanyera del pueblo.
FIN.