Clementina y el espíritu del bosque
Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de bosques y montañas, una niña llamada Clementina. Era una niña amable y trabajadora, pero crecía en una familia humilde que no podía comprarle unos buenos zapatos. Un día, mientras paseaba por el bosque recogiendo castañas, se encontró con un árbol enorme y anciano, sus ramas parecían susurrar secretos al viento.
"- ¡Oh! ¡Qué hermosas castañas tienes, pequeña!" exclamó un suave susurro. Clementina miró a su alrededor y vio un destello de luz entre las hojas. De repente, un espíritu del bosque apareció ante ella, brillante y juguetón.
"- ¿Quién sos?" preguntó Clementina, sorprendida. "- Soy el Guardián del Bosque. He venido a enseñarte algo muy importante."
El espíritu comenzó a flotar alrededor de las castañas que Clementina había recogido. "- ¿Sabías que estas castañas son parte de la naturaleza y deben ser compartidas con todos los seres vivos?"
Clementina pensó por un momento y luego respondió: "- Pero las necesito para comprarme zapatos..."
El Guardián sonrió y dijo: "- Si compartís con la naturaleza, la naturaleza te devolverá con creces. Te propongo un trato: si llevas esas castañas al pueblo y las compartís, haré que las personas valoren tu bondad."
Clementina, dudosa pero intrigada, aceptó. Así que decidió llevar las castañas al pueblo. En lugar de venderlas directamente, organizó un pequeño evento donde cada niño podía venir y recoger una castaña, pero solo si decían una cosa positiva sobre la naturaleza.
"- ¡Este árbol es hermoso!" dijo Lucas, un niño de su clase. "- ¡Me encanta el canto de los pájaros!" exclamó Valentina.
Mientras los niños compartían, el bosque empezó a llenarse de risas y alegría. Pero de repente, Clementina se dio cuenta de que, al final del día, casi no le quedaban castañas. Se sintió un poco triste.
"- ¡No tengo suficiente para mis zapatos!" se quejó.
El Guardián se apareció nuevamente y le dijo: "- No te preocupes. Esto es solo el principio. Lo que has hecho es más valioso que cualquier par de zapatos. La bondad que compartiste hoy volverá a ti de maneras que no imaginas."
Días después, la noticia de la generosidad de Clementina llegó a oídos de todos en el pueblo. Así que, un grupo de dulceros y panaderos decidió ayudarla. "- Queremos organizar una gran venta de castañas asadas, donde todo lo recaudado sea para que compren tus zapatos." Y así fue como Clementina, junto al Guardián del Bosque, comenzaron a vender castañas asadas en el pueblo.
Su puesto se llenó de gente, todos querían probar las deliciosas castañas y aplaudir la valentía de la niña.
"- ¡Esto está riquísimo!" repetían los niños, mientras algunos adultos también se unían a la fila. Clementina se sintió feliz, viendo la comunidad unida.
Finalmente, al término de la jornada, Clementina había recaudado suficiente dinero. Con el corazón lleno de alegría, se fue a la tienda a comprar los zapatos que tanto deseaba. El tendero, al escuchar la historia de su generosidad, le regaló unos bellos zapatos nuevos.
"- ¡Gracias! No solo por los zapatos, sino por enseñarle a todos a compartir" dijo Clementina, con una gran sonrisa.
El Guardián del Bosque apareció una vez más y le dijo: "- Has aprendido que al compartir, te conectas con la naturaleza y los demás. Has hecho que todos sean un poco más felices. Desde ahora, serás conocida como la primera Castanyera de este pueblo."
Clementina sonrió y, desde aquel día, siguió compartiendo castañas, siempre recordando las enseñanzas del espíritu del bosque. Su historia se transmitió de generación en generación, inspirando a los niños a valorar la bondad, la generosidad y el amor por la naturaleza.
FIN.