Club de amigos sinceros



Don Osvaldo era un hombre muy trabajador, pero no tenía mucho dinero. Sin embargo, había asistido a un instituto de ricos cuando era joven y había hecho amigos con los que todavía se reunía en la actualidad.

A pesar de ser más pobre que ellos, quería seguir siendo parte del grupo y para ello tenía que guardar las apariencias.

Para mantener su estatus social, Don Osvaldo compraba ropa cara y gastaba su escaso dinero en regalos lujosos para sus amigos ricos. Pero esto lo dejaba sin dinero para pagar el alquiler o comprar comida suficiente para él mismo. Un día, mientras caminaba por el parque pensando en su situación difícil, conoció a un niño llamado Tomás.

Tomás estaba sentado solo en una banca y parecía triste. - Hola pequeño ¿Qué te pasa? -preguntó Don Osvaldo amablemente. - No tengo amigos -respondió Tomás con lágrimas en los ojos-.

Mi familia es muy pobre y no puedo hacer cosas divertidas como mis compañeros de clases. Don Osvaldo se sintió identificado con la situación de Tomás porque él también había sido pobre alguna vez.

Decidió ayudarlo a encontrar nuevos amigos y juntos crearon un club donde niños de diferentes edades podían jugar juntos sin importar cuánto dinero tuvieran sus familias.

Mientras tanto, Don Osvaldo seguía viendo a sus antiguos amigos ricos pero ahora les contaba sobre su nuevo proyecto e invitándolos a participar en actividades solidarias junto a él. Al principio algunos se burlaron de la idea pero otros aceptaron encantados. Con el tiempo, incluso aquellos que se habían burlado terminaron uniéndose al club y ayudando en las actividades.

Don Osvaldo descubrió que la verdadera amistad no se basaba en la cantidad de dinero que tenías sino en el cariño, el respeto y la solidaridad. Finalmente, Don Osvaldo decidió dejar de fingir ser rico para sus antiguos amigos.

Les contó su situación y les explicó cómo había aprendido a valorar cosas más importantes que el dinero. Para su sorpresa, sus amigos lo aceptaron tal como era y admiraron su honestidad.

Desde entonces, Don Osvaldo continuó trabajando duro pero sin tener que gastar todo su dinero en apariencias superficiales. Ahora tenía un grupo de amigos verdaderos con los cuales compartir momentos inolvidables y una vida llena de significado.

FIN.

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