Coberti y el jardín de Doña Rosalinda


Había una vez un malvado llamado Coberti que tenía un problema muy extraño: caca floja. Cada vez que intentaba hacer algo malo, su estómago se revolvía y terminaba haciendo sus necesidades en cualquier lugar.

Coberti era conocido por ser el villano más temido del reino. Siempre trataba de robar la comida de los pobres y asustar a los niños pequeños. Pero con su problema de caca floja, no podía escapar tan fácilmente después de cometer sus fechorías.

Un día, mientras intentaba robar una casa, Coberti sintió esa molesta sensación en su estómago. Corrió hacia el baño más cercano, pero estaba ocupado.

Desesperado, buscó otro lugar para hacer sus necesidades y encontró un jardín hermoso lleno de flores. -¡Jejeje! -se rió Coberti-. Nadie sospechará que fui yo quien hizo esto. Pero para sorpresa de Coberti, la dueña del jardín lo había visto todo desde su ventana. Era una anciana sabia llamada Doña Rosalinda.

-¡Ay Dios mío! -exclamó ella-. ¿Qué voy a hacer con este malvado? Doña Rosalinda decidió hablar con el rey del reino sobre lo que había visto ese día.

El rey convocó a todos los ciudadanos para encontrar al responsable del desastre en el jardín de Doña Rosalinda. Coberti estaba entre la multitud tratando de pasar desapercibido cuando escuchó las palabras del rey:-El responsable debe presentarse ante mí ahora mismo o enfrentará consecuencias graves.

Coberti sabía que tenía que hacer algo para evitar ser descubierto. Decidió hablar con Doña Rosalinda y pedirle perdón. -Está bien, lo perdonaré si prometes no volver a hacer nada malo nunca más -dijo ella con firmeza.

Coberti aceptó la oferta de Doña Rosalinda y se convirtió en su ayudante. Juntos, cuidaban el jardín y enseñaban a los niños del reino sobre la importancia de respetar la naturaleza. Con el tiempo, Coberti se convirtió en un héroe para el reino.

Ya no era conocido como el malvado con caca floja, sino como alguien que había aprendido una valiosa lección sobre las consecuencias de sus acciones. Desde entonces, Coberti vivió feliz junto a Doña Rosalinda y todos los habitantes del reino.

Y aunque todavía tenía problemas intestinales ocasionales, había encontrado un propósito mucho más grande: ayudar a los demás y hacer del mundo un lugar mejor para todos.

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