Cobi y su Gran Escape



Había una vez, en un pequeño laboratorio, una cobaya llamada Cobi. Cobi era muy especial, tenía un pelaje suave y ojos brillantes, pero lo que la hacía aún más especial era su inteligencia.

Cobi vivía en una jaula junto a otros roedores utilizados para experimentos científicos. Todos los días eran iguales para ellos: comer, dormir y esperar a ser llevados al laboratorio para ser sometidos a pruebas.

Un día, mientras Cobi observaba el mundo exterior desde su jaula, vio algo que capturó su atención. Era un grupo de niños que visitaban el laboratorio como parte de una excursión escolar. Los ojos de Cobi se iluminaron con emoción al ver a los niños sonriendo y riendo.

"¡Oh! ¡Qué divertido se ve!"- pensó Cobi emocionada. A partir de ese momento, Cobi decidió que no quería pasar el resto de su vida encerrada en una jaula haciendo experimentos.

Ella soñaba con vivir aventuras y conocer el mundo exterior. Una noche, cuando todos los demás roedores estaban dormidos, Cobi comenzó a idear un plan audaz para escapar del laboratorio. Se imaginaba corriendo por campos verdes y explorando nuevos lugares llenos de diversión.

Al día siguiente, cuando llegaron los científicos al laboratorio para realizar sus experimentos diarios, notaron algo extraño: la jaula de Cobi estaba vacía. "¡Cobi ha escapado!"- exclamaron sorprendidos. Mientras tanto, Cobi corría velozmente por los pasillos del laboratorio evitando ser atrapada.

Sabía que debía ser muy astuta para lograr su objetivo. Después de un rato, Cobi encontró una puerta abierta y se coló rápidamente por ella. Al otro lado, se encontraba el mundo exterior, lleno de luz y vida.

Cobi estaba emocionada pero también asustada. Nunca había estado fuera de la seguridad del laboratorio. Sin embargo, su deseo de vivir aventuras era más fuerte que cualquier miedo.

Mientras exploraba los alrededores, Cobi llegó a un parque donde vio a los mismos niños que había visto desde su jaula. Se acercó cautelosamente y uno de los niños la vio. "¡Mira! ¡Es una cobaya!"- exclamó el niño emocionado.

Los demás niños se acercaron con curiosidad y comenzaron a rodear a Cobi con cariño. "¿Cómo te llamas?"- preguntó uno de ellos. Cobi no podía hablar como los humanos, pero hizo todo lo posible para comunicarse con ellos moviendo su cuerpo y emitiendo pequeños sonidos.

Los niños entendieron que quería jugar y le construyeron un pequeño laberinto con cajas de cartón en el parque. Cobi estaba feliz jugando con sus nuevos amigos humanos.

Se dio cuenta de que no importaba si era diferente o si había sido utilizada en experimentos científicos; lo importante era disfrutar cada momento y encontrar la felicidad en las cosas simples de la vida. Con el tiempo, Cobi se convirtió en una mascota amada por todos los niños del barrio.

Aprendió trucos increíbles e incluso participó en competencias locales junto a otros animales.

La historia de Cobi se convirtió en una inspiración para todos, demostrando que no importa de dónde vengas o las dificultades que hayas enfrentado, siempre puedes encontrar la felicidad y vivir una vida plena. Y así, Cobi vivió felizmente rodeada de amor y aventuras, enseñando a todos que la verdadera belleza radica en ser uno mismo y disfrutar cada momento.

FIN.

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