Coco, en busca de su esencia



Había una vez en el corazón de la selva un cocodrilo llamado Coco. Coco era diferente a los demás cocodrilos, siempre se preguntaba quién era realmente y cuál era su propósito en la vida.

Tenía una gran personalidad, le encantaba ayudar a sus amigos animales y siempre estaba dispuesto a escuchar sus problemas. Un día, mientras paseaba por la orilla del río, Coco se detuvo frente al espejo de agua y se miró fijamente.

Sus ojos brillaban con curiosidad y sus pensamientos revoloteaban como mariposas en su cabeza. "¿Quién soy yo realmente? ¿Qué me hace único en este mundo?"- se preguntaba en voz alta.

Justo en ese momento, apareció Marcelo el mono travieso saltando de árbol en árbol. "¡Hola Coco! ¿Qué te trae por aquí tan pensativo?"- preguntó Marcelo con una sonrisa juguetona. Coco suspiró y le contó a Marcelo sobre su inquietud por descubrir su verdadera identidad.

Marcelo, con su sabiduría y picardía característica, le dijo: "Coco, tu identidad no está solo en lo que eres físicamente, sino también en tus acciones y sentimientos. Eres único por cómo tratas a los demás y por tu gran corazón".

Animado por las palabras de Marcelo, Coco decidió emprender un viaje para descubrir más sobre sí mismo.

En su camino se encontró con Lola la mariposa colorida que le enseñó la importancia de ser paciente consigo mismo; luego con Mateo el elefante fuerte que le mostró cómo superar los obstáculos con valentía; más adelante con Luna la luna brillante que le recordó lo especial que era tener sueños y metas.

Con cada encuentro, Coco iba descubriendo nuevos aspectos de sí mismo que desconocía. Se dio cuenta de que su identidad no estaba definida por una sola cosa, sino por todo lo que él era capaz de hacer y sentir. Su gran personalidad se fusionaba perfectamente con su búsqueda interior.

Finalmente, después de recorrer toda la selva y aprender tanto de sus amigos animales, Coco regresó al espejo de agua donde había comenzado su aventura.

Esta vez, cuando se miró reflejado vio a un cocodrilo valiente, amable y lleno de amor propio. "¡Lo he encontrado! Mi verdadera identidad está en todo lo que soy!"- exclamó Coco emocionado.

Desde ese día en adelante, Coco siguió siendo el mismo cocodrilo cariñoso pero con una nueva comprensión de sí mismo y del mundo que lo rodeaba. Y así demostraba cada día que tener una gran personalidad va mucho más allá de simplemente conocerse a uno mismo: es aceptarse tal como uno es e irradiar luz desde adentro hacia afuera.

Y colorín colorado este cuento ha terminado pero la historia real de Coco apenas comienza...

FIN.

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