Colores de Amistad



Había una vez un niño llamado Martín, que era muy especial. Martín tenía autismo, lo cual hacía que ver y entender el mundo fuera un poco diferente para él.

Pero Martín tenía una habilidad única: podía ver las emociones de las personas a través de los colores. Cada emoción que sentían las personas se manifestaba en forma de color alrededor de ellas. Cuando alguien estaba feliz, Martín veía un hermoso color amarillo brillante alrededor de esa persona.

Cuando alguien estaba triste, el color azul oscuro envolvía su cuerpo. Y así sucesivamente con todas las emociones. Un día, mientras paseaba por el parque, Martín vio a una niña llorando en un banco.

El color azul intenso la rodeaba y Martín supo inmediatamente que estaba triste. Se acercó tímidamente y le preguntó:- ¿Estás bien? Veo que estás triste.

La niña levantó la cabeza sorprendida por la pregunta y respondió entre sollozos:- No estoy bien, mi perro se perdió y no sé qué hacer. Martín sabía exactamente cómo se sentía la niña porque veía el color gris nublando su alegría habitual. Entonces tuvo una idea brillante. - Espera aquí -dijo Martín-, tengo algo para ti.

Martín corrió hacia unos arbustos cercanos y encontró una mariposa hermosa revoloteando entre las flores. La mariposa era de un vibrante color rosa fucsia, lleno de energía y vida.

- Mira -dijo Martín mostrando la mariposa a la niña-, esta mariposa es especial. Si la sigues, te llevará hasta tu perro perdido. La niña miró a Martín con incredulidad, pero decidió darle una oportunidad a la mariposa.

Comenzaron a seguir al color rosa fucsia que se movía entre los árboles y arbustos del parque. Mientras caminaban detrás de la mariposa, Martín le explicaba a la niña cómo veía las emociones en forma de colores.

La niña estaba fascinada por su habilidad única y empezó a sentirse más esperanzada gracias a la presencia de Martín. Después de un rato, llegaron a un callejón oscuro donde vieron al perro de la niña jugando con otros perros.

El color amarillo brillante envolvía al perro y Martín supo que estaba feliz y seguro. - ¡Mi perro! -exclamó la niña emocionada-. ¡Gracias, Martín! Los dos volvieron al parque junto con el perro y se sentaron en el banco donde se habían conocido.

La niña le preguntó curiosa:- ¿Cómo haces para ver los colores de las emociones? Martín sonrió y respondió:- No lo sé exactamente, simplemente siempre he podido hacerlo. Pero me gusta ayudar a las personas cuando veo que están tristes o necesitan algo.

La niña asintió comprendiendo mejor cómo funcionaba esa habilidad única de Martín. A partir de ese día, Martín y la niña se convirtieron en amigos inseparables. Juntos exploraban el mundo viendo todas las emociones reflejadas en colores a su alrededor.

Martín ayudaba a las personas a entender y expresar sus emociones, mientras que la niña se encargaba de cuidar y proteger a su perro. Martín demostró al mundo que ser diferente no significa ser menos valioso, sino todo lo contrario.

Su habilidad especial le permitía conectar con los demás de una manera única y hermosa.

Y así, Martín siguió llenando el mundo de colores y mariposas, enseñando a todos la importancia de comprender nuestras emociones y cómo podemos ayudarnos mutuamente en momentos difíciles.

FIN.

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