Colores de Amistad
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde vivían muchos niños y niñas de diferentes colores, tamaños y formas.
En este lugar mágico, todos los días se reunían en el jardín de infantes para aprender, jugar y crecer juntos. En ese jardín de infantes había una niña llamada María Violeta. Tenía el cabello morado como las flores más hermosas del campo y unos ojos grandes y brillantes que reflejaban su alegría por la vida.
María Violeta era muy especial porque siempre estaba dispuesta a ayudar a sus compañeros con una sonrisa sincera. Un día soleado, mientras jugaban en el patio del jardín de infantes, llegó un nuevo niño llamado Juanito Celeste.
Tenía el cabello azul como el cielo despejado y unos ojos curiosos llenos de preguntas sobre todo lo que le rodeaba. María Violeta se acercó a Juanito Celeste con amabilidad y le dijo: "¡Hola! Bienvenido al jardín de infantes Arcoíris.
Me llamo María Violeta, ¿cómo te llamas tú?"Juanito Celeste miró a María Violeta con timidez y respondió: "Hola... Yo soy Juanito Celeste". Desde ese momento, María Violeta decidió ser la mejor amiga de Juanito Celeste.
Juntos exploraron cada rincón del jardín de infantes: treparon árboles imaginarios, construyeron castillos con bloques coloridos e inventaron historias fantásticas. Un día, mientras jugaban en la sala de arte, María Violeta notó que algunos niños se burlaban de Juanito Celeste por su cabello azul.
Esto entristeció a María Violeta, ya que ella sabía lo importante que era respetar y aceptar la diversidad.
Decidida a hacer algo al respecto, María Violeta reunió a todos los niños en un círculo y les dijo: "Amigos, ¿sabían que cada uno de nosotros es especial y único? No importa el color de nuestro pelo o nuestros ojos, lo importante es cómo nos tratamos unos a otros.
Debemos ser amables y respetuosos con todos, sin importar las diferencias que tengamos". Los niños se miraron unos a otros y comprendieron el mensaje de María Violeta. A partir de ese día, todos aprendieron a valorar la diversidad y se prometieron ser más empáticos con los demás.
El tiempo pasó y llegó el último día del jardín de infantes. Los niños estaban tristes porque tendrían que separarse para ir a diferentes escuelas primarias.
Pero antes de despedirse, María Violeta les recordó la importancia de llevar consigo la lección aprendida sobre respeto y diversidad. "Recuerden siempre ser amables con todos", dijo María Violeta mientras abrazaba a sus amigos. "No olviden que somos diferentes pero eso nos hace especiales".
Y así terminó esta historia llena de enseñanzas sobre respeto, diversidad y empatía gracias a María Violeta y su valentía para defender aquello en lo que creía. Desde aquel día en adelante, los niños mantuvieron viva la llama del amor por la diversidad en sus corazones.
Y cada vez que alguien necesitaba ayuda o apoyo, ellos recordaban las palabras de María Violeta y siempre estaban ahí para brindar una mano amiga.
Y así, en Arcoíris, el jardín de infantes se convirtió en un lugar donde todos eran aceptados y respetados por ser quienes eran. Un lugar donde la diversidad era celebrada y el amor reinaba en cada rincón.
FIN.