Colores de Amistad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza dos niños muy distintos entre sí: Juan y Joshua.

Juan era un niño pobre que vivía con su madre viuda en una humilde casita al borde del bosque, mientras que Joshua pertenecía a una familia adinerada y vivía en una gran mansión en lo alto de la colina. A pesar de sus diferencias económicas, los dos niños compartían la misma escuela y clase.

Juan siempre observaba a Joshua llegar en su lujoso auto acompañado de su chofer, mientras él caminaba largas distancias para llegar a tiempo. Aunque sus realidades eran opuestas, ambos tenían el mismo sueño: ser felices y alcanzar sus metas.

Un día, la maestra anunció que se realizaría un concurso de dibujo y el premio sería una beca para estudiar en la mejor escuela de arte del país.

Juan estaba emocionado con la idea de poder mejorar sus habilidades artísticas, pero sabía que no tenía los materiales necesarios para participar. Al enterarse del concurso, Joshua decidió acercarse a Juan durante el recreo. "¿Quieres ser mi compañero de equipo para el concurso? Tengo muchos materiales que podemos compartir", le propuso amablemente.

Juan, sorprendido por la oferta de Joshua, aceptó emocionado. Juntos comenzaron a trabajar en su dibujo, combinando las ideas creativas de ambos. A medida que pasaban los días, desarrollaron una hermosa obra que reflejaba la amistad y el trabajo en equipo.

El día del concurso finalmente llegó y todos los estudiantes presentaron sus creaciones ante un jurado especializado. Cuando llegó el turno de Juan y Joshua, todos quedaron maravillados por la calidad artística de su obra.

El jurado no dudó en otorgarles el primer premio. La noticia corrió como reguero de pólvora por todo el pueblo.

La madre de Juan lloraba emocionada al saber que su hijo tendría la oportunidad de cumplir su sueño gracias a la generosidad y nobleza de Joshua. Después del concurso, Joshua invitó a Juan a visitar su casa en lo alto de la colina. Mientras recorrían los jardines repletos de flores multicolores, le dijo: "Aprendí algo muy valioso contigo, Juan.

La verdadera riqueza no está en lo material sino en tener amigos verdaderos como tú". Desde ese día, Juan y Joshua se convirtieron en inseparables amigos.

Compartieron risas, aventuras e innumerables tardes dibujando juntos bajo la sombra del viejo árbol del parque. Y así demostraron al mundo entero que las diferencias económicas no son barreras infranqueables cuando hay bondad, solidaridad y amistad sincera entre las personas.

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