Colores de Amistad y Tolerancia
En un rincón del bosque, había un lugar mágico llamado el Espacio Capibara, donde los capibaras se reunían para jugar, compartir y aprender. Este espacio era especial porque estaba lleno de colores vibrantes, y cada color representaba un valor importante: el rojo era para la amistad, el azul para la tolerancia, el verde para el respeto y el amarillo para la alegría.
Un día, cuatro amigos capibaras, Carla, Beto, Lili y Rolo, decidieron organizar una gran fiesta en el Espacio Capibara. Todos los animales del bosque estaban invitados, pero cada uno de ellos tenía su propio color favorito y sus diferencias.
Carla, la capibara roja, se encargó de invitar a los demás:
"¡Hola, amigos! ¡Vamos a organizar una fiesta! Todos deben traer su color favorito para decorar el lugar. ¡Va a ser increíble!"
Beto, el capibara azul, respondió entusiasmado:
"¡Sí! Yo traeré globos azules para hacer un arco de entrada. ¡A todos les va a encantar!"
Lili, que era verde como los árboles, dijo:
"Yo traeré hojas y flores verdes. Siempre hay que cuidar nuestro medio ambiente. Y también me gustaría que todos, aunque seamos diferentes, nos unamos como un árbol con muchas ramas."
Rolo, el capibara amarillo, se rió y añadió:
"¡Y yo traeré confites amarillos para compartir! La alegría es la clave de nuestra fiesta. ¡No pueden faltar!"
Cada uno comenzó a preparar su color, pero un pequeño problema surgió. Leo, el león, conocido por ser un poco grosero, decidió que no quería compartir el color de su manto dorado y gritó:
"¡Yo no quiero que venga nadie! ¡No me gustan los capibaras!"
Los amigos se miraron preocupados, pues sabían que Leo, a pesar de ser fuerte, estaba solo y no comprendía la importancia de la amistad y la tolerancia. Carla tomó la iniciativa:
"Vamos a hablar con Leo. Tal vez se sienta mejor si le mostramos lo que estamos haciendo."
Todos asintieron, así que se acercaron al león.
"Hola, Leo. Vamos a tener una fiesta en el Espacio Capibara, y te invitamos a venir. Cada uno de nosotros llevará su color favorito," dijo Beto con una sonrisa.
Leo frunció el ceño:
"¿Y qué pasa si no me gusta su color?"
Lili, siempre con amabilidad, le respondió:
"Los colores son solo una parte de nosotros. Todos somos diferentes, y eso es hermoso. En la fiesta, lo que importa es cómo nos sentimos juntos y lo que compartimos. ¡Te prometemos que habrá mucha alegría!"
Rolo agregó:
"¡Y muchos confites amarillos para ti!"
Leo se quedó pensando. Tal vez podía darle una oportunidad.
"Está bien, iré. Pero si no me gusta, me iré".
El día de la fiesta llegó y el Espacio Capibara brilló con colores. Carla decoró el lugar con globos rojos, Beto colgó banderines azules, Lili puso hojas y flores verdes, y Rolo repartió confites amarillos. Todos los animales llegaron, y la fiesta comenzó.
Cuando Leo llegó, se sintió un poco nervioso, pero al ver a todos los capibaras y a sus amigos, su actitud comenzó a cambiar.
"¡Hola, Leo! ¡Qué bueno que viniste!"
Los capibaras lo recibieron con los brazos abiertos, y empezaron a bailar, jugar y compartir historias. Leo, al ver la diversión y la camaradería, decidió unirse.
"¡Esto es divertido!"
A medida que avanzaba la fiesta, Leo se dio cuenta de que las diferencias de colores no importaban tanto como la amistad que se formaba entre ellos.
"¡Me alegra haber venido! Este lugar es genial," dijo Leo, con una gran sonrisa.
Finalmente, después de un largo día de juegos y risas, todos se sentaron en círculo para compartir lo que aprendieron. Carla habló primero:
"Hoy aprendí que cada color representa algo diferente, pero juntos somos más fuertes. La amistad nos une."
Beto continuó:
"Y aunque seamos diferentes, podemos ser tolerantes y disfrutar de nuestros momentos juntos."
Lili se despidió, diciendo:
"La alegría es lo que hace que nuestra amistad crezca, y todos los colores nos hacen únicos. ¡Gracias por ser parte de esto!"
Finalmente, Rolo concluyó:
"¡Y con muchos confites compartidos, la felicidad es aún mejor!"
Desde ese día, Leo se volvió un gran amigo de los capibaras. Aprendió a valorar sus diferencias y a disfrutar de la compañía de quienes, a pesar de no ser iguales, se respetaban y se querían. El Espacio Capibara continuó siendo un lugar mágico donde los colores se entrelazaron en una hermosa amistad.
Y así, en ese rincón del bosque, cada fiesta se volvió un homenaje a la diversidad, la amistad y, sobre todo, a la tolerancia.
FIN.