Colores de Amor


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Arcoiris, donde vivían Derek y su hermanastra Monse. Derek era un chico alegre y curioso, siempre dispuesto a explorar y descubrir cosas nuevas.

Monse, por otro lado, era muy estudiosa y responsable, siempre pendiente de ayudar a los demás. Un día soleado, mientras jugaban en el jardín de su casa, Derek tropezó accidentalmente con una piedra y cayó al suelo.

Monse corrió rápidamente hacia él para asegurarse de que estaba bien. "¿Estás bien, Derek? ¿Te lastimaste?" -preguntó preocupada Monse mientras ayudaba a su hermanastro a levantarse. "Sí, estoy bien. Gracias por preocuparte por mí", respondió Derek con una sonrisa avergonzada.

Monse lo abrazó con cariño y le dio un beso en la mejilla para reconfortarlo. En ese momento, algo extraño pasó por la mente de Derek. Sintió un cosquilleo en el estómago que nunca antes había experimentado.

Los días pasaron y Derek no podía sacarse de la cabeza aquel beso en la mejilla que Monse le había dado. Se sentía confundido y no sabía cómo manejar sus emociones.

Una tarde, mientras estaban solos en casa, Derek decidió hablar con Monse sobre lo que había estado sintiendo. "Monse, necesito contarte algo importante", dijo Derek nervioso. "Claro, ¿qué pasa?", respondió Monse mirándolo con atención.

Derek respiró hondo y confesó: "Cuando me besaste en la mejilla aquel día en el jardín, sentí algo diferente dentro de mí. No sé cómo explicarlo". Monse escuchaba atentamente las palabras de Derek y luego le dijo con ternura: "Derek, lo que sentiste se llama cariño fraternal.

Es normal querer proteger y cuidar a quienes amamos como si fueran parte de nuestra familia". Derek asintió comprendiendo las palabras de su hermanastra y se sintió aliviado al poder compartir sus pensamientos con ella.

A partir de ese día, Derek valoró aún más la relación que tenía con Monse como hermanastros. Aprendió a diferenciar entre el amor fraternal y otros tipos de afecto, comprendiendo que cada uno tiene un lugar especial en su corazón.

Y así, entre risas y juegos compartidos, Derek y Monse fortalecieron su vínculo familiar basado en el respeto mutuo y el cariño sincero.

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