Colores de la Amistad



Había una vez, en dos ciudades lejanas, dos primos muy especiales. Uno de ellos se llamaba Wei y era de color claro y chino, vivía en el hermoso sector de Pampa Concepción.

El otro primo se llamaba Mateo, era de color cobrizo y habitaba en la mágica ciudad del Cusco. A pesar de la distancia que los separaba, estos primos compartían un fuerte lazo familiar.

Un día, por azares del destino, Wei decidió viajar a la ciudad del Cusco para conocer a su primo Mateo. Al llegar allí quedó maravillado por la belleza de sus calles empedradas y sus imponentes montañas. Mateo lo recibió con los brazos abiertos y juntos comenzaron a explorar la ciudad.

Wei y Mateo pasearon por las ruinas incas, probaron deliciosos platos típicos y disfrutaron de danzas tradicionales.

A medida que pasaban los días, los primos se dieron cuenta de lo mucho que tenían en común a pesar de sus diferencias físicas. Una tarde, mientras caminaban por las calles del Cusco, se encontraron con un anciano sabio que les dijo: "Queridos primos, ustedes son como el sol y la luna: diferentes pero igualmente valiosos y necesarios en este mundo".

Aquellas palabras resonaron en lo más profundo de sus corazones. "¿Qué crees Wei? Somos como el sol y la luna", dijo Mateo con una sonrisa. "Sí, es cierto.

Aunque seamos diferentes físicamente, nuestra amistad es lo que realmente importa", respondió Wei emocionado. Decidieron llevar esa enseñanza consigo y prometieron mantener viva su amistad a pesar de las distancias que los separaban geográficamente. Después de unos días maravillosos juntos, llegó el momento de despedirse.

Wei regresó a Pampa Concepción llevando consigo no solo recuerdos inolvidables sino también una nueva perspectiva sobre la diversidad y la amistad verdadera. Desde entonces, los primos Wei y Mateo mantuvieron contacto constante a través de cartas e internet.

Aprendieron a valorar sus diferencias como algo único que los hacía especiales. Y así fue como dos primos distintos pero inseparables demostraron al mundo entero que la verdadera amistad no entiende de fronteras ni colores; simplemente florece cuando dos corazones se encuentran en armonía.

(Fin)

FIN.

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