Colores de la Tierra



En un pequeño pueblo llamado Colorete, vivían dos amigos, Lía y Leo, quienes soñaban con pintar un mural que representara todos los paisajes del mundo. Un día, Lía dijo emocionada:

"Leo, ¡tenemos que hacer un mural grande y lleno de colores!"

"Sí, pero no solo colores. Debemos mostrar cómo cuidar la Tierra también" - respondió Leo.

Los amigos empezaron a investigar sobre los paisajes. Se sentaron bajo un árbol y abrieron un libro lleno de imágenes de montañas, selvas, desiertos y océanos. Lía señaló una página:

"Mirá esta selva llena de verde. Esos árboles son muy importantes para el oxígeno".

"Y los océanos, ¡mira cuántos colores tienen!" - dijo Leo, recordando los peces brillantes.

Motivados por sus descubrimientos, decidieron salir a buscar inspiración. Se calzaron sus zapatillas y comenzaron la aventura:

Primero llegaron a la selva. Los árboles danzaban con el viento, y los rayos del sol atravesaban el follaje. Lía exclamó:

"¡Vamos a recoger hojas para ver cómo se ven sus colores!"

"Sí, y también vendría bien aprender a cuidar estos árboles. No hay que cortarlos, deben vivir para siempre" - agregó Leo.

Luego, partieron hacia las montañas. El aire allí era fresco, el cielo muy azul, y las flores de diferentes colores brillaban al sol.

"¡Mirá estas flores, Leo!" - dijo Lía, maravillada.

"¿Y si las pintamos así, con colores vibrantes?" - sugirió Leo.

"Sí, pero debemos recordar que son seres vivos. No debemos pisarlas ni arrancarlas" - añadió Lía.

Continuaron su viaje hacia el desierto, donde el sol brillaba intensamente.

"Estos tonos amarillos y naranjas son espectaculares. ¡Quiero pintarlo todo!" - dijo Leo.

"Pero también hay que pensar en cómo se cuida el agua aquí. Las plantas necesitan un poco, y debemos cuidar cada gota" - le recordó Lía.

Por último, llegaron a la costa. Las olas rompían en la playa, y el horizonte se mezclaba con un cielo de tonos lilas y naranjas.

"El océano es como un lienzo en movimiento" - observó Leo.

"Así es, y es vital. ¡Debemos decirle a todos que no tiren basura en la playa!" - continuó Lía.

Con todos esos paisajes y colores guardados en su corazón, volvieron al pueblo. Era hora de trabajar en su mural, y se sentían emocionados.

Lía y Leo comenzaron a dibujar. Las montañas verdes, los desiertos dorados, selvas vibrantes y mares azules llenaban la pared. Cada pincelada llevaba un mensaje:

"¡Cuiden la selva, cuiden el agua, cuiden el mar!" - gritaban los colores del mural.

Cuando el mural estuvo terminado, toda la gente del pueblo vino a verlo. Los ojos de todos brillaban al contemplar la obra.

"¡Es hermoso!" - dijo una anciana.

"¡Y muy importante!" - añadió un niño.

Lía y Leo se miraron satisfechos. Habían logrado no solo crear algo bello, sino también inspirar a su comunidad a cuidar el mundo que los rodeaba. Desde ese día, se organizaban limpiezas en la playa, charlas sobre el cuidado de las selvas y se enseñaba a cuidar las montañas y desiertos.

Con cada nuevo paisaje limpio y cuidado, el mural seguía vivo, ensenando a todos sobre la belleza y la importancia de respetar el planeta. Y así, Colorete se convirtió en un ejemplo de amor por la Tierra, lleno de colores y conciencia ambiental.

"¡Qué aventura, Leo!" - dijo Lía mientras miraban su mural.

"Sí, y este es solo el comienzo. ¡Sigamos creando!" - respondió Leo, lleno de sueños para el futuro.

FIN.

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