Colores del Espacio



Era un hermoso día en la laguna donde vivía Julia, la capibara más curiosa de todo el lugar. Julia tenía un sueño: quería ver los colores del espacio. Siempre que miraba las estrellas brillantes desde su hogar, se preguntaba cómo sería llegar allá. Su amiga Samantha, una divertida y sabia tortuga, siempre estaba a su lado.

"Samantha, ¿te imaginas cómo será el espacio? ¡Debe haber colores que nunca hemos visto!"- exclamó Julia.

"Puede que sí, Julia. Pero primero tenemos que aprender a ser tolerantes y amigables con todos, aquí en la tierra", contestó Samantha con su voz pausada.

Julia asintió, pero su mente seguía pensando en las estrellas. Decidió organizar un concurso para que todos sus amigos descubrieran qué colores podían encontrar en la laguna. Hizo unos carteles de colores brillantes y los colgó por toda la orilla. "¡El Concurso de Colores de la Laguna está en marcha!", dijo emocionada.

Los animales, intrigados, comenzaron a acercarse. Desde los más pequeños peces hasta las aves más grandes, todos querían participar. Uno a uno, compartían los colores que veían a su alrededor, pero no todos tenían la misma visión.

"Yo veo el azul del agua y el verde de las plantas"- dijo el pez Lucho.

"Pero yo veo el rosa de las flores que flotan en la superficie"- comentó la rana Rita.

"No olviden el amarillos de los juncos al atardecer"- agregó el pájaro Tito.

Al principio, algunos comenzaron a discutir sobre cuál era el color más bonito. Julia se sintió un poco decepcionada, ya que la idea era que todos compartieran.

"¿Qué pasa, chicos?"- preguntó Julia con voz preocupada. "No deberíamos pelear, cada uno ve los colores de manera diferente y eso es lo que los hace hermosos. ¡Como en el espacio! Allí debe haber una variedad de colores y estrellas que brillan para todos, sin importar lo que parezcan."

Samantha, que había estado escuchando atentamente, asintió. "Es cierto. Cada uno de nosotros tiene un ojo único, y en la diversidad de nuestros colores es donde encontramos la verdadera belleza. ¡Así como en nuestra amistad!"

Las palabras de Julia y Samantha hicieron que todos los animales se detuvieran y reflexionaran. Uno a uno comenzaron a decir un tipo de color y a alentar a otros: "Contemos lo que cada uno ve y aprendamos a apreciarlo".

Julia sintió una gran felicidad al ver que empezaron a compartir sus diferentes colores. Rápidamente, el ambiente se llenó de risas y camaradería. Hasta el más tímido de los peces decidió unirse y contar su propia visión, y así, todos aprendieron a escuchar y valorar las opiniones de los demás.

Con el nuevo ambiente de amistad y tolerancia, los animales se sintieron felices. Entonces Julia, en un arranque de creatividad, exclamó: "¡Hagamos una pintura gigante de todos los colores que hemos compartido!"

Así que, volcando toda su energía, juntos pintaron un mural que cubría toda la orilla de la laguna, creando un arcoíris vibrante.

Finalmente, cuando la obra estaba completa, Julia miró el mural y dijo: "¿Ven? Esto es lo que se puede hacer cuando trabajamos juntos y compartimos nuestras ideas. ¡Esto es un poco como lo que debe ser el espacio!"

"Sí, y lo mejor es que hemos aprendido sobre la tolerancia y la amistad en el camino"- complementó Samantha.

Con sus corazones llenos de gratitud y emoción, todos los animales miraron las estrellas esa noche, sabiendo que los colores del espacio no eran sólo pinturas, sino los colores de su diversidad y aceptación mutua.

Desde aquel día, Julia y Samantha se convirtieron en las embajadoras de la amistad y la tolerancia entre todos los habitantes de la laguna. Y cuando al mirar hacia arriba, los amigos veían una estrella nueva y brillante, sabían que cada destello tenía historias de colores compartidos de sus corazones. El espacio podría ser inmenso, pero en su laguna, la amistad y los colores eran lo que realmente les daba luz.

FIN.

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