Colores y Sonrisas



Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía con sus tres hermanos mayores: Sol, Catalina y Joaquín.

A Sofía le encantaba maquillarse y jugar a las muñecas, pero siempre se sentía un poco triste porque ninguno de sus hermanos compartía sus gustos. Un día, mientras estaba maquillándose en su habitación, escuchó un ruido en la puerta. ¡Era su prima Franchesca! Sofía rápidamente abrió la puerta y le dio un fuerte abrazo. Franchesca era una chica muy especial.

Tenía el cabello rosa y siempre llevaba ropa colorida y brillante. Además, también amaba el maquillaje y jugar a las muñecas. Cuando Sofía se enteró de esto, no podía contener su emoción.

Los días pasaron rápidamente y Sofía comenzó a pasar mucho tiempo junto a Franchesca. Juntas se maquillaban de colores divertidos y jugaban con todas las muñecas de Sofía. Sol, Catalina y Joaquín observaban desde lejos con curiosidad.

Un día, mientras estaban jugando, Sol decidió acercarse a ellas. "¿Puedo jugar también?", preguntó tímidamente. Sofía sonrió ampliamente y dijo: "¡Por supuesto! ¡Siempre serás bienvenido!". Desde ese momento, los cuatro hermanos comenzaron a compartir momentos maravillosos juntos.

Se reían mientras se maquillaban unos a otros e inventaban historias fantásticas para sus muñecas. Pero algo inesperado ocurrió cuando Catalina también se unió al juego. "¡Yo también quiero ser parte de esto!", exclamó emocionada.

Sofía y Franchesca abrazaron a su hermana, felices de tenerla junto a ellas. Ahora eran cinco, y todos disfrutaban por igual del maquillaje y los juegos de muñecas. Joaquín, el hermano mayor, observaba desde lejos con una sonrisa en su rostro.

"Creo que me he estado perdiendo algo muy divertido", dijo mientras se acercaba lentamente. Los cinco hermanos pasaron tardes enteras riendo y divirtiéndose juntos. Descubrieron que no importa cuáles sean sus gustos o intereses, lo importante era compartir momentos especiales en familia.

La historia de Sofía y sus hermanos inspiró a muchas otras familias a aceptar las diferencias y aprender a disfrutarlas juntos.

Se dieron cuenta de que todos somos únicos y especiales a nuestra manera, y eso es lo que nos hace maravillosos. Desde aquel día, Sofía supo que no tenía que sentirse triste por tener gustos diferentes a los demás. La diversidad es lo que hace al mundo tan interesante e increíblemente hermoso.

Y así fue como Sofía encontró la felicidad en el maquillaje y en jugar con muñecas junto a su familia. Juntos aprendieron la importancia de aceptarse mutuamente sin importar las diferencias, convirtiendo cada día en una aventura llena de risas y amor.

Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

FIN.

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