Cometas en el parque


Un día, Teodelina y Ramon salieron a dar un paseo por el parque. Mientras caminaban, Teodelina vio a un grupo de niños jugando con cometas.

Ella nunca había visto una cometa antes y se emocionó mucho al verlas volar en el cielo. - ¡Mira Ramon! -exclamó Teodelina-. ¡Esas cosas vuelan muy alto! Quiero tener una. Ramon movió la cola emocionado al ver la emoción de su amiga y juntos fueron a buscar una tienda que vendiera cometas.

Después de buscar por todas partes, finalmente encontraron una tienda que tenía muchas opciones para elegir.

Teodelina eligió una cometa con un dibujo de mariposa en ella, mientras que Ramon no podía decidir entre dos diferentes: uno era rojo y blanco, y el otro era verde y azul. Al final, decidió comprar ambos. Cuando llegaron al parque nuevamente con sus nuevas adquisiciones, los otros niños del parque se acercaron a ellos para preguntarles sobre las cometas.

- ¿Puedo jugar contigo? -preguntó un niño llamado Tomás. - Claro -respondió Teodelina sonriendo-. Pero primero tenemos que armarla. Así que todos se reunieron para armar las tres cometas juntos.

Fue difícil al principio pero pronto aprendieron cómo hacerlo gracias a las instrucciones en cada paquete. Finalmente llegó el momento esperado: levantar las cometas hacia el cielo. Todos corrieron hacia el campo abierto para lanzarlas al aire y verlas elevarse lentamente hasta alcanzar grandes alturas.

Teodelina se rió y saltó de alegría al ver su mariposa volando en el cielo, mientras Ramon corría entre ellos tratando de atrapar las sombras que proyectaban las cometas. - ¡Mira cómo vuelan! -exclamó Tomás-.

¡Son increíbles! La felicidad de los niños era contagiosa. Jugaron durante horas, corriendo por todo el parque con sus cometas detrás de ellos. Cuando empezó a oscurecer, todos estaban tan cansados que decidieron irse a casa. - Fue un día maravilloso -dijo Teodelina sonriendo-.

Nunca olvidaré nuestra aventura con las cometas. - Yo tampoco -respondió Ramon moviendo la cola felizmente. Desde ese día, Teodelina y Ramon visitaron el parque todas las semanas para jugar con sus cometas y hacer nuevos amigos.

Aprendieron que compartir es divertido y que tener nuevas experiencias puede ser emocionante. Y aunque nunca olvidaron su primer encuentro con las cometas, siempre estuvieron dispuestos a descubrir nuevas aventuras juntos.

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