Cómo Chiribico encontró sus colores y compartió su alegría



Había una vez un espantapájaros llamado Chiribico que vivía en un hermoso huerto. Chiribico era muy especial porque estaba lleno de colores brillantes que alegraban el huerto y ahuyentaban a los pájaros.

Pero un día, algo terrible sucedió: Chiribico perdió todos sus colores. El pobre espantapájaros se sentía triste y desanimado al ver su cuerpo gris y opaco. Además, se dio cuenta de que el huerto también había perdido sus colores.

Las flores ya no eran tan vibrantes, las frutas parecían apagadas y las verduras lucían marchitas. Decidido a recuperar la alegría del huerto, Chiribico emprendió una búsqueda para encontrar los colores perdidos.

Sabía que debía buscarlos en la naturaleza, así que comenzó por buscar el amarillo de una jirafa. Chiribico caminaba por la sabana cuando vio a lo lejos una jirafa con su largo cuello amarillo. Se acercó a ella y le explicó su situación.

La jirafa sonrió bondadosamente y le dijo:"Querido espantapájaros, tengo el color amarillo en mi piel gracias al sol que me ilumina todos los días. Si quieres recuperarlo, solo tienes que abrir tu corazón al sol".

Chiribico entendió el mensaje de la jirafa y decidió pasar más tiempo bajo el sol para llenarse de energía y color. Siguiendo su búsqueda, Chiribico llegó hasta un estanque donde encontró una rana verde saltando entre los nenúfares. Se acercó a ella y le contó su historia.

La rana, con su voz croante, le dijo:"Querido espantapájaros, el verde que ves en mí proviene de las hojas de los árboles y las plantas que me rodean. Si quieres recuperar este color, debes aprender a amar y cuidar la naturaleza".

Chiribico entendió el mensaje de la rana y decidió ser más consciente del entorno natural que lo rodeaba. Continuando su búsqueda, Chiribico divisó un pájaro rojo posado en una rama cercana. Se acercó a él y compartió su tristeza.

El pájaro cantor le dijo:"Querido espantapájaros, el rojo que ves en mis plumas es producto del amor y la pasión por la vida. Si quieres recuperarlo, debes encontrar algo que te apasione".

Chiribico asintió con determinación y prometió buscar aquello que llenara su corazón de alegría. Finalmente, Chiribico llegó hasta un arroyo cristalino donde nadaban peces azules brillantes. Uno de ellos se acercó curioso y escuchó atentamente al espantapájaros mientras explicaba su situación desesperada.

El pez azul dio un salto fuera del agua y dijo:"Querido espantapájaros, el azul intenso que me cubre es gracias al agua limpia en la que nado libremente.

Si quieres recuperar este color, debes purificar tu mente y dejar fluir tus pensamientos positivos". Chiribico comprendió las palabras del pez y decidió practicar la meditación para encontrar paz interior. Con cada lección aprendida, Chiribico regresó al huerto con nuevos colores en su ser.

Al abrir su corazón al sol, amar y cuidar la naturaleza, encontrar una pasión y mantener pensamientos positivos, el espantapájaros recuperó todos sus colores perdidos. El huerto también se llenó de vida nuevamente.

Las flores volvieron a brillar con hermosos tonos, las frutas recuperaron su jugosidad y las verduras crecieron más fuertes que nunca. Chiribico se dio cuenta de que los colores no solo estaban en su exterior, sino en su interior también.

Aprendió que la felicidad y la alegría provienen de conectar con uno mismo y con el mundo que nos rodea. Desde ese día, Chiribico se convirtió en un espantapájaros especial y sabio.

Cada vez que veía a alguien triste o desanimado, compartía sus enseñanzas sobre cómo encontrar los colores perdidos dentro de sí mismos. Y así, gracias a Chiribico, muchas personas descubrieron que siempre hay una forma de encontrar los colores perdidos en sus vidas si abren sus corazones a lo bello del mundo.

FIN.

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