Cómo Néstor se supera en la vida



Había una vez en un pequeño pueblo llamado San Lío, un niño llamado Néstor. Néstor era un chico muy curioso, lleno de energía y con una gran imaginación. Pero había algo que le preocupaba: en la escuela, siempre le costaba hacer los ejercicios de matemáticas. Esto lo hacía sentir triste porque veía que sus compañeros avanzaban y él se quedaba atrás.

Un día, después de una larga jornada en la escuela, Néstor se sentó en un parque con su mejor amigo, Facu.

"No puedo más, Facu. Las matemáticas son un verdadero desastre para mí. A veces creo que nunca voy a entenderlas".

Facu era un chico muy optimista.

"¡Vamos, Néstor! No tenés que rendirte. Siempre dicen que la práctica hace al maestro".

Néstor asintió, pero seguía con la mirada perdida. En ese instante, un anciano que estaba sentado en un banco cercano le escuchó.

"Disculpen, chicos, pero oí lo que dijiste, Néstor".

Los chicos se quedaron sorprendidos al ver al anciano.

"¿Y quién es usted para hablarme de matemáticas?", preguntó Néstor.

"Soy Don Manuel, un abuelito que ha vivido muchas cosas. Aprendí que hay que esforzarse y no perder la esperanza".

Intrigado, Néstor decidió escuchar al anciano.

"¿Y usted cómo se supera, Don Manuel?"

"Cada vez que me topé con un reto, me lo tomé como una aventura. Te voy a contar una historia...".

Don Manuel comenzó a relatar una emocionante anécdota sobre su juventud. Cuando él era niño, soñaba con ser inventor. Sin embargo, al igual que Néstor, se le complicaban las matemáticas. Un día, decidió construir una máquina para volar. Todos le decían que era imposible, pero él no se rindió.

"Pasé noches enteras probando y fallando. Cada caída era una oportunidad para aprender. Finalmente, logré construir un prototipo que voló una vez, solo por unos segundos, pero fue suficiente para que nunca perdiera la esperanza".

Néstor lo escuchaba con atención.

"¿Así que lo importante es nunca rendirse?"

"Exactamente, joven amigo. La perseverancia es la clave. Además, mientras te diviertas, el aprendizaje será más fácil. Yo hice un juego con las matemáticas, y así las entendí mejor".

Eso inspiró a Néstor. Al día siguiente, decidió hacer de las matemáticas un juego. En lugar de frustrarse con los problemas, empezó a inventar retos. Se reunió con Facu y otros amigos, y así nació el "Club de Matemáticas Divertidas".

"Chicos, hoy vamos a resolver acertijos de matemáticas como si fueran una aventura. ¡El que resuelva más acertijos, gana!"

El club fue un éxito. Se turnaban para hacerles preguntas a otros, jugando con tarjetas y hasta inventando una búsqueda del tesoro con problemas matemáticos en cada pista.

Sin embargo, un día, en medio de una competencia, Néstor se encontró con un desafío que no podía resolver. Primero se sintió frustrado, pero luego recordó las palabras de Don Manuel.

"Esto es una aventura, Néstor. Respira hondo y piensa".

Con paciencia, y tras un ratito de reflexión, logró encontrar la solución.

"¡Lo logré!" gritó emocionado.

El tiempo pasó y, finalmente, llegó el día de la evaluación de matemáticas. Néstor estaba nervioso, pero se sentía preparado. Cuando terminó, miró a Facu.

"¡La pasé bien! Lo hice diferente".

Sus compañeros también estaban emocionados. Cuando recibieron las calificaciones, Néstor no podía creerlo: había aprobado con un alto puntaje.

"¡Lo logré, Facu!"

Facu aplaudió y todos juntos festejaron.

"¡Te dije que ibas a conseguirlo! Nunca dejes de creer en ti mismo".

Al final del año escolar, Néstor fue premiado como el mejor compañero del club. En su discurso, recordó a Don Manuel.

"Todo lo que logré fue gracias a la perseverancia y la ayuda de mis amigos. Aprendí que lo imposible solo es una palabra".

Y así, Néstor, con la ayuda de su familia y amigos, demostró que con esfuerzo y determinación se puede superar cualquier obstáculo. Desde aquel día, nunca miró las matemáticas de la misma manera. Se convirtió en un gran estudiante de matemáticas, pero lo más importante, aprendió a creer en sí mismo.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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