Cómo Santino encontró su voz
Había una vez un niño llamado Santino, quien a sus apenas un año de edad ya demostraba ser muy inteligente. Observaba todo a su alrededor con mucha atención y parecía entenderlo todo.
Sin embargo, había algo que preocupaba mucho a sus padres: Santino no quería hablar. Sus padres, Martina y Diego, intentaban animarlo para que dijera sus primeras palabras, pero él simplemente sonreía y se negaba a hacerlo.
Martina y Diego estaban desconcertados, no entendían por qué su hijo no quería hablar cuando era tan listo. Un día, mientras paseaban por el parque, Santino vio a un grupo de niños jugando en el arenero. Se acercó corriendo y comenzó a observarlos con mucha curiosidad.
Los niños hablaban entre ellos y reían sin parar. Santino se acercó tímidamente e intentó comunicarse con ellos moviendo las manos y haciendo gestos divertidos. Los niños lo miraron sorprendidos pero pronto comenzaron a jugar juntos sin necesidad de palabras.
Martina y Diego se dieron cuenta de que su hijo tenía una forma especial de comunicarse, aunque no fuera mediante el lenguaje hablado. A partir de ese día, decidieron apoyarlo en su propio estilo de comunicación.
Un mes más tarde, Santino empezó a dar señales de querer decir sus primeras palabras.
Un día durante la cena familiar, todos estaban sentados alrededor de la mesa cuando Santino tomó una cuchara en sus manitas y dijo: "¡Comida!" Todos quedaron asombrados y aplaudieron emocionados. A medida que pasaba el tiempo, Santino iba adquiriendo más confianza para hablar. Descubrieron que su amor por los libros lo motivaba a expresarse, así que Martina y Diego le leían cuentos todos los días.
Un día, mientras leían un cuento sobre animales de la selva, Santino señaló una imagen de un elefante y dijo: —"Elefante" . Todos se quedaron boquiabiertos y lo felicitaron efusivamente. A partir de ese momento, Santino no dejó de hablar.
Cada día pronunciaba nuevas palabras y frases completas. Sus padres estaban orgullosos de él y admiraban su perseverancia. Con el paso del tiempo, Santino fue desarrollando un talento especial para las artes.
Empezó a pintar hermosos dibujos e incluso comenzó a escribir sus propias historias. Un día, cuando Santino tenía cinco años, decidió organizar una exposición en su escuela con todas sus obras maestras.
Invitó a sus amigos y familiares para que vieran lo que había logrado gracias a su esfuerzo y determinación. La exposición fue todo un éxito. Los invitados quedaron impresionados al ver las pinturas tan detalladas e imaginativas de Santino.
Al final del evento, todos aplaudieron emocionados mientras él se subía al escenario para dar un discurso. Santino habló con fluidez frente a todos los presentes y les dio las gracias por apoyarlo en su camino hacia el lenguaje.
Explicó cómo había encontrado formas alternativas de comunicarse antes de aprender a hablar y cómo eso había influido en su pasión por el arte. Desde aquel día, Santino siguió creciendo y desarrollando su talento artístico.
Y aunque ya no era más un niño, nunca olvidó la importancia de la comunicación y el valor de encontrar formas alternativas para expresarse. La historia de Santino nos enseña que todos somos únicos y tenemos diferentes formas de comunicarnos.
A veces, las palabras pueden ser limitadas, pero eso no significa que no podamos transmitir nuestros pensamientos e ideas de otras maneras. Cada uno tiene su propio camino hacia el éxito y lo importante es nunca rendirse en busca del lenguaje propio.
FIN.