Compañeros de Luz
Había una vez en un hermoso bosque, una osita llamada Luna y un osito llamado Sol. Ambos eran amigos inseparables y pasaban todo el tiempo juntos, jugando, explorando y contándose secretos.
Un día, Sol decidió irse de viaje para visitar a su abuelita que vivía en la montaña. Antes de partir, le prometió a Luna que le enviaría mensajes todos los días para contarle cómo iba su aventura.
Los primeros días, Luna estaba muy feliz recibiendo los mensajes de Sol. Pero después de un tiempo, dejó de contestarlos sin ninguna razón aparente. Esto hizo que Sol se sintiera triste y confundido.
"Luna, ¿por qué ya no me respondes? Estoy preocupado", le escribió Sol en uno de sus mensajes. Pero Luna no respondió. Día tras día, Sol seguía enviando mensajes llenos de cariño y preguntándole a Luna si estaba bien. Sin embargo, ella seguía sin contestar ninguno de ellos. Esto entristeció aún más al osito.
Pasaron las semanas y Sol comenzó a extrañar mucho a su amiga. No entendía por qué ella había dejado de responderle sin darle ninguna explicación.
Se preguntaba si habría hecho algo mal o si tal vez había ocurrido algo grave con Luna. Una noche estrellada, mientras miraba al cielo desde la montaña donde se encontraba la casita de su abuela, Sol decidió tomar una decisión importante: ir en busca de respuestas directamente con Luna.
Al día siguiente temprano, partió emocionado hacia el bosque donde vivían junto a tantos otros animales. Caminó y caminó hasta llegar a la cueva donde Luna solía pasar mucho tiempo sola.
Al entrar, Sol encontró a Luna sentada en un rincón, con la mirada triste y perdida. "Luna, ¿qué te pasa? Estoy muy preocupado por ti. Me has hecho sentir tan triste al no contestar mis mensajes", le dijo Sol con voz temblorosa.
Luna levantó la mirada y sus ojitos se llenaron de lágrimas. "Perdona, Sol. No quería hacerte sentir mal. Sucede que tengo miedo de no ser lo suficientemente interesante para ti.
Pensé que si dejaba de responder tus mensajes, tal vez te olvidarías de mí y buscarías nuevos amigos más divertidos". Sol abrazó fuertemente a Luna y le susurró al oído: "Nunca me cansaría de estar contigo ni quiero otros amigos porque tú eres mi mejor amiga. Eres especial tal como eres".
Desde ese día, Luna comprendió que su amistad con Sol era única e irremplazable. Aprendió que cada uno tiene cualidades especiales que los hacen únicos y valiosos para los demás.
A partir de entonces, Luna prometió nunca más dejar de contestar los mensajes de Sol sin razón alguna. Ambos continuaron compartiendo aventuras juntos, pero también aprendieron a valorarse aún más por lo que son.
Y así, esta historia nos enseña la importancia de comunicarnos con nuestros seres queridos para evitar malentendidos y fortalecer nuestras relaciones especiales. También nos recuerda el valor único que cada uno posee dentro de sí mismo y cómo eso es lo que hace que nuestras amistades sean tan especiales y valiosas.
FIN.